—Dile que la estaré esperando mañana en mi oficina.
Y con eso, cortó la llamada.
Dante Moretti dejó la copa sobre la mesa de mármol y se puso de pie, caminando lentamente hacia la ventana.
Milán se extendía a sus pies. Y ahora, Alicia Michelle Morgan también.
El aire de la tarde era espeso, carg