Alicia finalmente alzó la vista, sus ojos azules chocando con la intensidad de los de él.
—¿Y qué se supone que no puedo evitar?
Dante inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras.
—A mí.
El silencio que siguió fue tan pesado que se sintió en el aire.
Alicia apretó