Epílogo.
Me encuentro sentada en la oficina de nuestra casa, pensando en todo: sí, ya no vivimos en la mansión.
Después de tres años en intensas guerras, y también nuevos pactos, para traer paz a todo ser sobrenatural, Tyler decidió que era momento de tener nuestra propia casa, con mucha más razón si dos bebés nos acompañaban en el camino.
Y sí.
Después de que Caio asesinara a mi bebé prematuro, dejándome heridas profundas y nada fáciles de superar, logré encontrar fuerzas para salir adelante, quedando embarazada al año siguiente; claro, después de intentarlo sin descanso.
Al mes siguiente de haber asesinado a Caio, Tyler y yo nos unimos en sagrado matrimonio, siendo algo obligatorio. Mi puesto como reina no valdría de nada si no me unía, bajo leyes humanas, a él.
En el transcurso del tiempo, muchos preguntaron sobre lo que sucedería con los traidores y tuvimos que pensarlo bien; después de la muerte de Caio, pocos quedaron de su "ejercito" y, el que más me preocupaba, fue puesto en una celda m