Nos hospedamos en el hotel que me envió la agencia, una vez llegamos al aeropuerto y encendimos los celulares, llegaron los mensajes. En uno de esos me enviaban la dirección a donde ya teníamos una reservación, pero ahora debíamos pasar como una pareja turística y ellos me contactarán cuando lo crean necesario.
—¿Qué deseas hacer hoy?
—Yaro tenemos que dormir por lo menos. Honestamente, me siento muy cansada.
—Hoy saldrán en el país varias verdades y los periodistas se están dando un festín. La información de Sabueso apenas está tomando auge. —llegamos a nuestra habitación, tenía ganas de bañarme y dormir.
—¿Se quiere bañar conmigo, señor Lozano?
—Es una tentadora invitación futura señora Lozano.
Mi corazón se aceleró. Yaro pasó la llave para abrir la puerta y oh sorpresa. Mi guardaespaldas reaccionó con rapidez y se puso frente a mí sin dejar de apuntarle a la mujer de cabello gris corto, traje ejecutivo, delgada de unos cincuenta años más o menos. Estaba sentada en la sala de la g