Me dio muy duro ver a mi padre que, hasta la inconciencia, perdió. Estábamos en la clínica de Iván y Daniela. Hace un par de horas habíamos llegado. Todo fue tan caótico. Lía me sacó de la sala de juntas. Y la imagen que vi fue al cardiólogo dándole reanimación.
Creo que Gamal llamó a Jabir para que gestionara el permiso de llegar al aeropuerto y poder aterrizar el helicóptero mientras solicitamos una ambulancia para trasladarlo a la espera de la llegada de Jabir.
Ahora lo veía todo entubado, Iván me dijo que las primeras cuarenta y ocho horas serían, cruciales. Sale adelante o lo pierdo. Y no quiero eso. Ahora me arrepiento de haberle dicho y si se me muere, no me lo perdonaré por nada del mundo.
Los brazos de Yaro me rodearon. No sé qué haría sin este hombre. Es lo que necesito, a quién necesito en este momento.
—Ya se va a desplegar un anillo de seguridad. Todo estará bien mujer bonita.
—Gracias, Yaro.
—¿De qué?
—Por pensar en todo. Gracias a ti mi padre no ha muerto hasta es