CAPITULO 19
Ezra Lennox
No puedo describir con palabras la forma exacta en la que me sentí cuando llegue aquel salón del orfanato y escuche como el idiota de Scott Emerson insultaba a Blair; tal vez fue cosa de instinto, o un atisbo de sentido común.
El hecho es que, cuando mis ojos vieron por si mismos la forma en que ese cabron agitaba a mi esposa, la sangre en mis venas hirvió de puro coraje y me sentí como un perro con rabia listo para atacar en defensa de lo suyo.
Y es que si algo odiaba, es que un hombre maltratara de cualquier forma a una mujer y menos a una embarazada.
Ver el rostro lleno de terror y angustia de Blair sin duda despertó miles de emociones contradictorias dentro de mí, pero la que más hizo ahínco en mi pecho fue la intensa necesidad que sentí por proteger a esa chica loca que sin querer había comenzado a importarme, aun cuando era una insoportable e impertinente mujer que buscaba cualquier excusa para retarme.
¿Acaso estaba sintiendo cosas por mi esposa? No