Capítulo 4

Fui hacia mi habitación, resignándome a no recibir un trozo de carne. Con la cantidad de ropa que tenía guardada en el closet, tranquilamente podía tirar toda la ropa que traje del orfanato. De hecho, debería desechar toda la ropa y poner nueva allí, así, cuando me vaya, no tendré que usar los trapos viejos reacondicionados que tengo desde los 13 años. Eso es lo que hice por una hora, literalmente aproveché la terraza que había fuera de la sala para arrojar todo el contenido de mi bolso y que los vecinos y la gente que pasaba tranquilamente por la puerta del condominio, se quejaran con ellos y mañana Ashton iba a tener problemas.

Pero eso no iba a ser suficiente para que él me eche de aquí, no. Tendría que hacer más.

Puse ropa nueva en el bolso viejo y caí rendida en la cama por el día largo que tuve. Muchas emociones negativas y nuevas juntas. Me quedé dormida con la ropa que tenía puesta y me desperté alrededor de las tres de la mañana, lo sé por el reloj grande que había en la mesita de noche, marcaba las 03:22. Si marcaba las 03:33, me habría cagado de miedo.

Teniendo en cuenta que no era la hora del demonio, encendí la luz de mi cuarto y salí a inspeccionar el pasillo. Estaba todo el apartamento oscuro, lo que me habilito a ir media dormida hacia el baño a hacer pis.

Tengo calor, hace mucho en este lugar. Entiendo que es invierno, pero, ¿es necesario tener la calefacción toda la noche a tope? Ni encendí la luz cuando cerré la puerta y me senté en inodoro, mientras me quitaba el buzo amarillo y lo arrojaba al piso. Literalmente estoy sudando, no era exageración lo del calor.

Hice lo mío, volví a ponerme los pantalones y tome la ropa que deje en el piso. Sin aviso previo, la puerta se abrió y la luz se encendió de golpe.

Me espanté muchísimo, no esperaba que nadie se despertara a esta hora, menos él.

Ashton tenía solamente una bermuda y una camiseta puesta. Y cuando digo solamente, es porque tenía todo el abdomen y pectorales tensados, podía verlo muy claramente debajo de la tela. Literalmente. Y la bermuda colgaba de su cadera de una forma muy descuidada, no me sorprendería que, con un salto, estuviera complemente desnudo frente a mí.

Ambos nos sorprendimos al vernos a estas horas de la noche. Nos evaluamos unos segundos muy largos, por mi parte, yo no suelo evaluar tanto a una persona. Él estaba fornido, no tanto como La Roca, pero está muy bien. Hasta podía observar como el resto de su cuerpo y músculos se tensaron. No entendí el porqué hasta que por fin pude separar mis ojos de su cuerpo y observé su rostro. Ashton miraba mi musculosa.

Bajé la vista, intrigada de porque le llamaba la atención un pedazo de tela, pero entendí al instante. Tengo los pezones erizados.

Más avergonzada de lo que me gustaría admitir, tape mis pechos cruzando mis brazos sobre ellos. Me aclaré la garganta y me atreví a hablar: —¿No golpeas la puerta?

En mi cabeza fue una pregunta totalmente a lugar, pero mi voz inestable la hacía sonar tonta y sin sentido. Cuando lo vi entrar al baño, sentí palpitar hasta mis pies, así que, no era extraño que mis pezones también se despertaran del susto, ¿no?

—¿No enciendes la luz cuando vienes al baño a las tres de la mañana? ¿Qué clase de psicópata eres? —preguntó devuelta, tapando su cara un breve instante y cacheteándose así mismo levemente, para despertarse.

—La misma que esta acostumbrada a tener un poco de decencia humana y usar la m*****a puerta para llamar a ver si hay alguien al otro lado de ella —Mi enojo natural volvió resplandeciente en mi cuerpo, hasta que volví a bajar la mirada para ver su torso desnudo y me sentí totalmente vulnerable otra vez.

Me parecía extremadamente atractivo, lo cual es un problema, porque una persona mala y horrenda como él, no debería ser tan guapa. Eso es un error por defecto. Necesito criticarle a alguien mis pocos atributos, porque según recuerdo, nunca dañe a nadie que no me hiciera daño primero, así que, merecía mas de lo que tenía a nivel físico.

Él no dijo nada y se rasco la cabeza, utilizándo otra mano, se subió un poco la bermuda. Entonces no cometía un error al suponer que esa prenda estaba en riesgo de no cumplir su propósito. —Necesito ir al baño, si puedes...

No entendí que me estaba pidiendo hasta que noté que estaba cortándole el paso al inodoro. Pegue un pequeño salto para impulsarme a caminar y tuvimos que chocar rozar nuestros cuerpos para habilitarnos el paso mutuamente sin que él saliera del cuarto. Cuando quedamos frente a frente, nos miramos fortuitamente y él alejo la vista enseguida. Necesito huir de este lugar tan pequeño.

Estoy a punto de cerrar la puerta detrás de mí, cuando él vuelve a hablar: —Tu comida esta en el horno. Supuse que tendrías hambre después de gritar tanto hoy.

Iba a concederle una respuesta inteligente, pero estaba tan nerviosa que no se me ocurrió nada. Cerré la puerta y me quedé ahí parada, esperando que mi corazón y mis piernas actuaran normalmente, pero no colaboraban conmigo ni para dar un par de pasos decisivos a la cocina.

Cuando escuché el sonido del lavamanos, supe que él estaba cerca de salir del baño y encontrarme en el mismo lugar en el que estaba cuando cerré la puerta.

Corrí como pude hasta la cocina, busqué tanteando las paredes el interruptor de la luz, y lo encontré. «Busca las cosas y cálmate». Carne con ensalada en el horno, estaba fría, pero no me importaba a estas alturas, moría de hambre y recién caí en cuenta de ello.

Cubiertos había en el primer cajón de los utensilios, lo supuse porque todas las personas lo ponen en el mismo maldito lugar.

—¿Te parece iniciar la escuela el lunes? —Su voz interrumpió mi intento de tranquilizarme. Ni siquiera escuché que se dirigiera hacia mí. O estaba sorda o él es muy sigiloso.

+

Coloque el primer bocado de carne en mi boca y disfrute en demasía el sabor. Está carne era superjugosa y deliciosa, nunca probé algo así en mi vida. —¿De qué tipo de animal es esta carne? Porque de vaca no es, ni de ningún animal de este planeta. Dios...

Sentí como se acercó a la mesa en la que estaba sentada y recién en ese momento, me animé a verlo. Seguía medio desnudo. —¿Te gusta mucho la carne Luna?

Suelto de golpe los cubiertos y puse mis manos en mi cabeza, rascándome el cuero cabelludo, molesta. Ya de por sí me ponía nerviosa verlo con ropa, no puedo verlo sin ella, hace cosas raras a mi sistema de defensa. —Te responderé cuando te pongas ropa.

Él se movió rápidamente, escuché como abrió la puerta de su cuarto y la cerro. Luego, escuché otra puerta abrirse y cerrarse, todo esto en menos de 15 segundos de tardanza. Es rápido cuando quiere.

Cuando quiere.

Volvió conmigo con una camiseta blanca puesta, que, aunque no se le veía la piel, seguía marcando sus pectorales. Para ponerse algo tan apretado, mejor se hubiera quedado desnudo, mucha diferencia no había.

En su mano lleva un buzo que saco de mi cuarto. Me lo tiende y lo miré extrañada. Levanto el amarillo que había tirado en el suelo cuando me senté a comer y se lo mostré. Ashton abre la boca en señal de entender y asiente. Mueve la silla para sentarse en frente de mí, con las manos juntas las acomoda sobre la mesa y me observa un gran rato, si visión hace zigzag entre el abrigo y mi hambrienta yo.

—¿Qué quieres? —Pregunte hastiada con comida en la boca. Claramente no iba a decírmelo

—Deberías ponerte algo más, además de eso, te resfriarás —asegura un poco nervioso, acomodándose en su asiento y apretando los labios cada tanto.

—Hace un calor del infierno aquí, no tengo frío, para nada

Tragué y me levanté a buscar agua. Tomé el vaso y le puse agua del grifo. Cuando me volví a mi lugar, Ashton ya estaba con su teléfono, con un ceño fruncido acompañando su rostro. Hace unos segundos parecía un gatito perdido y ahora está con una postura completamente distinta, me extraño su cambio de humor, pero no iba a preguntarle que le ocurría porque denotaría que me importa y no es así.

Solo tengo curiosidad.

—Ella es muy friolenta —Me hizo saber, aún sin hacer contacto visual. Me gusta conversar de esta forma. Ninguno se pone incómodo y puedo tener ventaja.

—Sí, bueno, no le vendría mal ponerse un poco más de ropa para no tener tanto frío. Aquí es un horno —digo con veneno en mi voz, odiando que por esa chica estemos como estamos, casi desnudos en pleno invierno y pasando situaciones incómodas.

Y sí, voy a decirlo, puede que tal vez, solo tal vez, me haya excitado un poco. ¿Qué más da? Es un hombre y está muy bueno, es cuestión de acostumbrarme a su físico y voy a volver a verlo como el cerdo que fue siempre.

—No respondiste a mi pregunta —dice levantándose e imitando mi mismo recorrido por el agua.

—No quiero ir a la escuela, se supone que tú eres millonario o algo así, podrás mantenerme hasta que me vaya, ¿Por qué la necesidad de ir a la escuela? —Quise con muchas ganas que la ironía se notara en mi voz y a sabiendas de que no iba a dejarme ganar esta, pero me es divertido hacerle la vida imposible.

—Sabes por qué, no me lo hagas duro, no tienes opción —Me amenazo y camino hasta el pasillo, con el vaso en su mano—. Te doy dos opciones, o vas este lunes o iras el siguiente. Tú decides. Mañana me informas.

Y se fue, dejándome con la garganta cerrada del enojo. Odiaba que justo él me diera órdenes.

Pero quería empezar la escuela.

En el orfanato, era el único lugar en el que me sentía cómoda, podía distraerme y estudiar. Además, no por presumir, tengo muy buenas notas.

Ahora, lo único que de verdad no voy a aceptar nunca, jamás, es ir a una escuela con uniforme. Eso nunca.

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