Capítulo 2

—¿Por qué insistes en llevarme si no quiero ir contigo? ¿No puedes simplemente dejarme en paz y volver a tu perfecta vida? —Estoy irritada. El orfanato es una m****a, pero no tanto como mi vida si viviera con él.

—Tú también eres parte de mi vida —respondió. Debe pensar que sigo siendo igual de idiota que a los 7 años.

—¿Desde cuándo? Me dejaste estar 10 años fuera de ella y gracias a Dios que fue así, ¿me imaginas a mí viviendo con basura como tú? Ni hablar.

—Luna...

—Si vas a darme una explicación o pedirme disculpas, mejor cierra tu boca. No me interesa nada lo que digas, apenas pueda me iré y nunca más volveré a verte.

—No iba a ser eso, solo quiero que cuides tu lenguaje —Lo miré estupefacta. Como puede darme órdenes.

—No voy a cuidar una m****a mi lenguaje, hablaré como se me dé la puta gana —Ashton soltó un gran suspiro, yo puse mis pies arriba del asiento para ver si podía dormir una siesta.

—Baja tus pies.

—No.

Ashton sonrió. Me estremecí y dejé de verlo. Sentí un calor consumiéndome en mi estómago, subiendo hasta mis mejillas, si bien su voz y su cuerpo cambio radicalmente, su sonrisa seguía intacta.

—Tenemos que hablar de muchas cosas cuando lleguemos

—No Ashton. No tengo nada que hablar contigo. Es más, por ocho meses, no tenemos que hablar de absolutamente de nada, incluso si quieres, puedes dejarme aquí, en la carretera y empezaremos desde ahora.

Ashton, se estacionó y apago el coche. Yo casi salto de alegría en mi asiento, esperando a que quitara las trabas a la puerta, casi como un perrito esperando su paseo en el parque, pero no me dio el gusto. Se dio la vuelta en su asiento y me miró. Acercó una mano a mi mejilla y me la toco, yo la golpeé instintivamente. ¿Qué hace?

—¿Qué te paso allí? —Él parecía abrumado, pero disimuló muy bien—. Te golpearon, ¿cierto?

—Sip, lo hicieron. Igual, estoy tan acostumbrada que ya no siento dolor, ¿quieres ver algo más? —Sus ojos estaban muy abiertos y rojo de "ira", el tipo era muy buen actor. Le sonreí y subí la manga de mi remera mostrándole mi muñeca llena de marcas.

—¿Vez está? —Le mostré la primera marca—. Fue la primera que me hice, fue cuando tenía doce y estaba completamente resignada a que jamás vendrías y tendría que quedarme con ellos. Y que tú "viviremos siempre juntos" no era más que mentiras que salían de tu puta boca —Le sonreí y él se dio la vuelta para empezar a conducir otra vez.

Creí que al mostrarle las marcas hechas por meter mi brazo en un arbusto lleno de espinas porque perdí mi pelota entre ellas, él iba a escapar, dar la vuelta para no tener a una adolescente suicida que cuidar. Pero no lo hizo. Tal vez era lo bastante inteligente para saber lo que eran las marcas provocadas por un objeto punzante y afilado, como un cuchillo.

—Juro por dios que si no das la vuelta voy a hacer todo lo que esté en mis manos para hacer de tu vida un puto infierno —Le afirme. Y era toda la verdad.

—Puedes hacer lo que quieras, no conseguirás que te lleve de nuevo a ese lugar, te quedarás conmigo, te guste o no —Apretó el volante, estaba poniéndose enojado.

Está bien, que empiece el juego.

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