Capítulo 1

— ¿Quieres jugar? —Pregunto Ash mientras me tomaba de la mano para guiarme al patio.

— ¿Puedo preguntarle a mama si quiere jugar con nosotros? —Mire a la mujer que estaba acostada en el sillón durmiendo con una botella de agua en su mano, Ashton dice que nunca debo tomar eso porque no es agua, pero mama siempre me dice que si lo es, así que siempre discuten entre ellos después de eso.

—Mami está durmiendo, siempre que se despierta repentinamente le agarra jaqueca. ¿Te acuerdas la última vez?

—Está bien, hagamos algo en el patio —Le dije un poco desanimada. Mama nunca estaba en casa y cuando estaba nunca quería estar conmigo.

Ashton y yo jugamos en el patio. Ayer lo terminamos de limpiar juntos, ya que había mucha basura y botellas de vidrio. Fue divertido. Él me dijo que podríamos reciclar y ayudaríamos al medio ambiente con ello. Ashton siempre me enseñaba cosas interesantes.

— ¡Te atrape! —Grito él mientras se tiraba en el césped exhausto.

— ¡Vamos! Levántate, es mi turno —Insistí tomando su mano e intente jalarlo para que se volviera a levantar.

—Estoy muy cansado ¿podemos descansar un rato? —Pregunto haciendo puchero.

—Bueno —Le dije mientras me acomodaba en su pecho. Él nunca fue fan de las muestras de cariño físicas, pero conmigo, parecía tolerarlo—. Ya me acostumbre a que fueras gallina.

Él se rio y me pincho levemente en la costilla. —Luna, no sé cómo lo haces, pero siempre me haces reír.

— ¡Arriba! ¡Vamos no tengo todo el día! —Grito la mefítica Olga —la llamo así porque cada vez que paso a su lado quiero vomitar— mientras le pegaba con un palo a una olla. Una vez en mi vida estoy feliz de que me haya despertado de ese penoso sueño.

—Luna, eres la única que sigue en la cama. ¡Arriba, ya! —grito en mi oído.

Me senté bruscamente y la fulminé con la mirada, hace muchos años no dejo que me maltraten aquí, hoy no va a ser la excepción. — ¡Al menos lávate los malditos dientes antes de gritarme en la cara! ¡Eres desagradable!

Rápidamente su mano se mueve hacia mi mejilla. Creo que el bofetón se escuchó hasta en Canadá, es el cuarto que me da esta semana y recién estamos en miércoles. Tengo que mover mi mandíbula un par de veces para intentar volver a sentir la piel entumecida, pero no hay caso, no siento nada.

— ¡Te dije que nunca me vuelvas a hablar así! ¿Quieres dormir en el sótano otra vez?

Su amenaza provocaba escalofríos en mi cuerpo, yo no quería ir al sótano, pero no podía dejar que ella vea el miedo en mis ojos, no, eso la dejaría en ventaja. —La verdad, ahora que lo dices, preferiría dormir en cualquier lugar menos en este cuarto. Escuchando los gemidos de Jamie mientras se masturba se me es imposible dormir.

Quinta bofetada.

Jamie es la chica que me hizo la vida imposible desde que llegué aquí, tiene diecisiete años como yo. Ojos azules y pelo rubio, es hermosa y la verdad no entiendo como nadie la adopto jamás. Siempre dejé pasar las cosas que me hacía, hasta que cumplí diez años y la perra me orino la cama, todos pensaban que fui yo y nadie quería dormir cerca de mí, lo cual ahora es muy bueno. Comparto este cuarto con 53 chicas de trece años para arriba. Luego están los cuartos de lo chicos y otro que es el de los niños.

Ha habido varias denuncias de abusos por parte de las chicas hacia los chicos, pero todos han quedado en el olvido, nadie nunca las escucho, porque claramente, a nadie le importaba. Por suerte ninguna de esas denuncias fue hecha por mí.

—Si no te levantas en este mismo instante y te disculpas conmigo y Jamie te vas a quedar sin almorzar ni cenar —Olga volvió a enseñarme los dientes, lo cual me hizo hacer unas muecas de asco.

—Está bien... —Me levanté de la cama y miré a Jamie riendo mientras se sentaba en su cama para esperar una disculpa—. Jamie... Lamento que tu novio la tenga pequeña, pero masturbarte todas las noches no va a satisfacerte mucho y Olga... lamento que no te hayan enseñado a usar pasta dental, ni tampoco jabón, sé que no es tu culpa.

Esta vez no me golpeo, me agarro de los pelos y me llevo al sótano. Me tiro en el piso y me dio una bofetada.

— ¡Niña desagradecida! Te quedarás aquí hasta que quieras disculparte —Y cerró de un portazo.

—Entonces me dejarás morir de hambre porque jamás lo haré —murmure más para mí misma que para ella, tenía que convencerme de ser fuerte y no ceder ante ella. No sé si me escucho, pero era cierto, no me disculpare con ninguna.

Este orfanato es una m****a. Una pocilga. Es gigante, eso sí, pero las paredes que tendrían que ser blancas son negras, en muchas habitaciones no hay piso, sino cemento. Está lleno de ratas y cucarachas, siempre cortan la luz y los baños... Creo que jamás fueron limpiados. No es mucho mejor de donde vivía antes con mi madre alcohólica, aunque no era tan malo, ya que mi hermanastro siempre trataba de limpiar la casa. Al menos algo bueno hizo el hijo de perra.

—Luna, ven aquí —Me di la vuelta para ver a Olga parada fuera de la habitación. Aún seguía en el piso donde ella me había dejado, aunque con la variante de que mi mano estaba acariciando mi lastimado cuero cabelludo.

—Ni pienses que me voy a disculpar —La vieja arpía me volvió a tomar del pelo sin sanar y me llevó hasta la cafetería. Creo que me arrancó un mechón.

—Espera aquí sentada —Se dio la vuelta y mientras se iba susurro: —La familia que quiere adoptarte, está loca.

La quede mirando atónita ¿Adoptarme? ¿A mí? ¡No! No quiero que nadie me adopte, faltan ocho meses para que salga de aquí, no, no, bajo ninguna circunstancia. ¡No!

Me acerqué al espejo que estaba al lado de la puerta. Estoy hecha un desastre. Tengo unas bolsas terribles abajo de mis ojos. Estoy muy pálida y tengo un par de moretones —hechos por Jamie— en los brazos y la mejilla colorada por las bofetadas. Cuando las personas que quieran adoptarme me vean se van a ir corriendo seguro, y deberían, para llamar a la policía e informales que está pasando aquí porque nadie del exterior parece tener idea.

Mi pelo rojo está todo despeinado y mis ojos marrones no muestran ningún brillo. Ahora cada vez que me miro al espejo sonrió, no soy la niña que solía ser y eso me hace sentirme bien, ya no lloro, ya no soy incrédula. Madure. Ahora no vivo de esperanza, tampoco sueños. No diré que soy feliz porque estaría mintiendo, pero vivo en el mundo real al menos.

La puerta volvió a abrirse y un hombre de cabello castaño y ojos negros entró a la habitación. Era muy alto y grande. Tenía un traje muy elegante, con corbata y todo. Además, era demasiado guapo. ¿Qué hace un hombre así aquí?

Lo evalué un rato y cuando él me quedo viendo un rato extrañado, me di cuenta. Tuve un mar de emociones. Enojo, tristeza, esperanza... Cosas que hace mucho no tenía. Deje algunos de esos sentimientos atrás y solo quedo enojo, ira, rencor.

Quería hacer muchas cosas. Correr, matarlo, gritarle, llorar. Pero no hice nada, me quedé allí viendo cómo él me miraba fijamente.

Elsa, la mujer que se encarga de las adopciones me dio una sonrisa y se fue dejándonos solos.

— ¿Eres Luna? —Preguntó con un tono de voz muy diferente al que recordaba cuando era pequeña, la pre adolescencia le pego muy fuerte por lo visto. Me estaba hablando como me hablan todos aquí, parecía asqueado. Eso me hizo sentir aún más furiosa. ¿Con que derecho venia aquí a juzgarme?

—No, te equivocaste de persona. Vuelve por donde viniste —Le dije y me di la vuelta para ir de nuevo al sótano, donde extrañamente, me sentiría más cómoda.

— ¿Que le paso a tu cabello? —Esta vez sonaba un poco más nervioso.

Mi cuerpo se volvió ligeramente, solo para ver su reacción ante lo que iba a decirle, para darle más efecto, le di una sonrisa irónica. —Cada vez que me miraba al espejo sentía muchas ganas de quemarlo o cortarlo, porque mi color natural me daba asco, me recordaba a mí madre. Así que haciendo mandados y robando un poco de dinero me compre un tinte rojo y mi pelo quedo así. ¿No te encanta?

Él indiferente se aclaró la garganta y se puso unas gafas. —Busca tu ropa y todas tus pertenencias, te esperare afuera.

—No pienso ir contigo a ningún lado —Empecé a pellizcarme la mano. Es algo que hago cuando estoy nerviosa. Si me concentro en el dolor no me concentro en nada más—. Vete por donde viniste Ashton. Ya no te necesito, nunca voy a necesitarte. Nunca viniste como prometiste y yo ya no quiero que me rescates.

Seguí mi camino hasta que me tomo de la mano, sentí todo mi cuerpo estremecerse. Con la otra le di otra bofetada, pero él ni se movió.

—Lo lamento. Lamento haber venido después de tanto tiempo, pero vine, cumplí mi promesa.

— ¿Cinco meses antes de que tenga mayoría de edad y pueda irme por mi misma? ¡Tengo una gran idea! Toma tu disculpa y métetela por el culo.

— ¿Que te paso? Tú no eras así...

— ¡Cierra la boca! ¡Tú no tienes derecho a decir nada de mí! —Me acerque a él, desafiándolo—. No eres mejor que yo, de hecho, eres peor.

Dicho eso me fui, dejé al hombre ahí solo. Mientras yo me voy a la cosa que llamo cama.

—Luna, no puedes rechazar una adopción. No tienes opción, tienes que irte con él —Elsa se acostó a mi lado y empezó a acariciar mi cabello.

Ella me canto, me arropo e hizo todas las cosas que una abuela hace con su nieta. Ella siempre me consoló cuando lloraba por mi hermano, se encargó de mi cuando podía, tenía que estar mucho tiempo fuera del orfanato para visitar a niños que fueron adoptados, hacer los controles en dichos hogares. Ella nunca pudo hacer mucho por este lugar, ya que no era dueña de él, pero siempre intento ayudar a los niños desamparados como yo.

—Me abandono, no quiero ir con él. Por favor no me obligues a ir con él —Le suplique.

—Lo siento mi cielo. No puedes quedarte.

— ¿Tú también quieres que me vaya? —Saque su mano de mi cabello y me levante.

Ella soltó un gran suspiro y asintió con la cabeza. —Sí, Luna. Quiero que te vayas, mírate —Me señaló—Este lugar está matando a la niña que conocí. Tú no eras así, eras dulce, tierna, compasiva, tenías fe, esperanzas, sueños. Hace siete años tu misma me dijiste que querías ser veterinaria ¿lo recuerdas? Me decías que cuando viniera tu hermano vivirían juntos para siempre y...

—Basta —Le grite tapándome los oídos y cerrando los ojos con mucha fuerza, no podía escuchar esto.

Unas manos agarraron mis dos muñecas y sacaron lentamente mi mano de mis oídos. Abrí mis ojos y Elsa tenía lágrimas en sus ojos.

—Vete ahora, cariño. Escapa de este lugar, tú te mereces mucho más.

—Si me llevas con él estarás matándome.

—Si te dejo aquí estaré matándote —Concluyó ella.

Minutos después, mis cosas ya no estaban bajo mi cama, las tenía Ashton.

Después de tomar varias respiraciones, tratando de no entrar en un ataque de nervios, salí por la puerta principal para encontrarme con mi hermanastro apoyado en su coche.

Un buen coche, he visto autos así por la calle, pero nunca creí subirme a uno. Era un Mercedes Benz completamente azul. Parecía ser sumamente costoso.

Elsa se acercó a Ashton y yo me acerque para entrar en la parte de atrás del coche.

—Por favor, trátala bien —Le dijo ella a él.

— ¿Acaso no lo entiendes, Elsa? Él no puede hacer nada —Cerré la puerta de un portazo. Tenía la esperanza de que se rompiera el vidrio, pero no tuve suerte.

—Gracias señora —Respondió él

—Pero que estúpido eres —Susurre, causando una mirada fulminadora en Ashton. Como si con su mirada me intimidara. Le mostré mi dedo del medio demostrándole que no me causa nada.

—Te quiero muchísimo —Me dijo Elsa mientras Ashton entraba en el auto.

—Si lo hicieras no me dejarías ir con él —respondí.

Ella empezó a llorar y Ashton arranco el coche.

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