36. Hasta que por fin te dignas a aparecer.
Julia no podía decir que Joseph fuera una mala compañía, lo cierto era que se esforzaba bastante por tener una conversación amena y ser gracioso, incluso la hizo reír un par de veces. Sin embargo, tras terminar de comer, Julia no se sentía bien ni con ánimos de quedarse a escuchar el concierto, a pesar de que todavía quedaban un par de grupos por tocar.
— Joseph, gracias por todo, en serio. Pero me siento un poco cansada y preferiría irme a casa y descansar — le dijo Julia, tratando de explicar de manera amable que no se encontraba bien.
— Lo entiendo, Julia. ¿Quieres que te lleve a casa? — preguntó él preocupado, por nada del mundo dejaría que una mujer se fuera sola a casa a esas horas.
— No, ya pedí un Uber y parece que está por llegar — le mostró la aplicación donde el mismo pudo ver que el coche estaba a tan solo unos minutos de llegar.
Él asintió con cierto pesar, se lo estaba pasando bien, pero entendía que esa mujer debía marcharse, y eso hizo Julia, apresurándose a caminar ha