Miami Florida. Su hermana se acababa de desconectar, sin esperar sus explicaciones. Sus sueños no dejaban de atormentarla, en especial, el más reciente...su hermana siendo arrastrada al infierno. Tiró el teléfono sobre el colchón. Conociéndola entendía, que se volvería a conectar en unos días, quizás más. Camino de un lado a otro. Intentando armar una estrategia para viajar hasta "Golden Land". Estaba de vacaciones en la universidad, fácil lo podía hacer, su madre adoptiva era bastante distraída, más con el nuevo romance en puerta. Eso le quitaría su atención, así podria escaparse por unos días. Según sus últimas visiones su padre y un demonio rastreador estaban muy cerca de Sol, un descuido de ella y la atraparía. Aparte de ese hecho había una sombra humeante más peligrosa para la existencia de su hermana...sabía que su padre no la eliminaría, sin embargo algo más deseaba aniquilarla.Se llevó la mano al pecho, giro tres veces, vueltas que casi la hacen besar el piso. Volvió a ve
La vida seguía su curso, con cada día que pasaba su vientre crecía más y más, bajo la mirada orgullosa de su León que no dejaba de admirarla y la bruja de Ines que apenas le dirigía la palabra. No le importaba su distanciamiento, con la compañía de su León le bastaba. Este apenas iba a las minas. De hacerlo apenas duraba media hora en ausencia. Como ese día...contaba los minutos para sentir su llegada y tenerlo solo para ella.En el transcurso se mantenía distraída con Livia quien no paraba de contarle historias sobre el infierno y ayudarla a tejer cositas para el bebé.—No se preocupe por hacer las piezas muy pequeñas, recuerde que los demonios crecen muy rápido. —Miro su panza, apenas llevaba un mes y días de embarazo y casi pareciera que estuviera a punto de dar a luz.—Mas su hijo, ya puedo imaginar lo poderoso que será.—Me parece que tienes mucho conocimiento sobre seres sobrenaturales...¿Oh me equivoco?.—No pudo ver su expresión, la mujer por lo regular se mantenía con el rost
California, Marzo del 2015. Debajo de las aguas y una oscuridad confusa, se abrazaron. Estaban escondidas, esa parada era una sentencia de lejanía. Sus pequeñas manos se mantuvieron unidas en el estrecho rincón. El lenguaje de su destino llegaba a los oídos de la pequeña de cabello plateado "Luna". Sol vió a su hermana llorar por primera vez. Le pasó con suavidad sus dedos, por su pálida tez con pecas andarinas. —Esta muy caliente tu dedo.—Su hermana luna era una bruja mística, como su madre, en cambio ella era una diabla Carmesí, la herencia de su progenitor corría de una forma más pura entre sus venas. A pesar de su edad ya reconocían su naturaleza. Lo único que era ajeno a su inocencia era el rostro de quien las engendró. No debía ser bueno, su mamá le temía. Los chasquidos de unos pies las sacaron de su apego. Amaba a luna, desde el vientre de su madre habían compartido todo. Cuando un foco las alumbró, un hilo de dolor la envolvió. —Mis pequeñas. Ya es hora.—La voz dulce
El demonio milenario Kairon Loguember, el gran jefe carmesí, uno de los pocos restantes de ese linaje sangriento y lujurioso, estaba entre los límites de la tierra y el infierno, en el pináculo más alto de la montaña encenizada por la lava ardiente que delineaban las colinas infernales. A su lado, cientos de demonios nómadas y súbditos carroñeros. Era su morada meditativa. Miraba al cielo grifo con estupor, a ese cielo invisible y nebuloso. En un instante sintió como un rayo partio la oscuridad y la parte invisible de la tierra se volvió un poco traslúcida, para que los seres del bajo astral pudieran observar ese espacio que todos ellos tachaban de rastrero y servil.Relajo los músculos de su espalda, se merecía ese descanso, mientras esperaba la llegada de la hora frágil «denominaban asi, al tiempo en que la frontera espiritual que dividía el mundo humano con el de los demonios se dilataba y podían traspasarlo libremente». La aguja del reloj oxidado, apostado en otra cúspide borras
Olfateó con una intensidad abrasadora la esencia que venía a su lado, tampoco sus manos se limitaron, tocó su trasero. Total, era suya. La curiosidad lo estaba matando, le urgía conocer lo que estaba debajo de los trapos que forraban su cuerpo.—«¡Grrr!». —Gruñó y miró hacia atrás, todos los carroñeros los seguían, custodiando sus espaldas.A lo lejos podía ver su territorio. Intensificó el tono de sus pasos por unos más acelerados, tan fuertes que sacudían el polvo, hacían brotar chispas de fuego.Media hora de recorrido, en los extremos más cercanos del castillo de lava, el caliente infernal no era tan fuerte. Aunque sonara ilógico, más bien mantenía un halo cálido, sin vapor.Desde ahí, sus dos súbditos de mayor rango, despidieron a los carroñeros, por lo regular se quedaban al extremo del campo lúgubre, los otros pasadizos no lo podían atravesar, solamente eran para demonios de estirpe como él o los que seleccionaba para ser parte de su círculo de guerreros más cercanos. Nada de e
Le toco hacer una pausa de sumisión, su carácter asertivo y concentrado en la confrontación del mal, debía quedar dormido mientras permaneciera bajo los dominios de ese Demonio. Intentaba con esa misma calma seguir el ritmo acelerado del desplazamiento crudo de sus pies acostumbrados a su territorio, él no dejaba de gruñir como animal inquieto luego de ella escupir una mentira arriesgada, sobre un supuesto vinculo. Ganar tiempo era su prioridad, la pasaría muy mal si su cuerpo era corrompido por ese ser.La observación sería su mayor aliado para doblegar su espíritu siniestro. Sopesó en su andar reflexivo, entre los repuntes de sus pies cansados.—¡Camina más rápido, servidora!.—Le causó un leve sobresalto, el llamado histérico del demonio, que la había arrastrado a su hábitat hostil.—No refunfuñes, ya estamos llegando.—Estaban a pocos metros de lo que parecía la entrada. Respiro profundo, para no agotar su paciencia nata. Debía ser pura miel para endulzar esa fiera, marearlo en su
El demonio Carmesí no disimulaba su impaciencia, una vez dejo a Vieda encerrada en la habitación más cercana a la suya, bajo a su biblioteca. Boa, como fiel súbdito y mayordomo lo siguió al interior de ese espacio lúgubre, con olor añejo.—Amo, me preocupa su silencio.—Se atrevió a decir con voz estropajosa.Kairon, yacía sentado, con todo el peso de su enorme cuerpo, haciéndole presión a su sillón de monarca. En los bordes superiores estaban los craneos de sus peores enemigos, derrotados por su poder imponente, casi invencible.—Solo intento tener paciencia. —Los ojos terroríficos del demonio se encendieron, el débil esclavo lambiscón retrocedió, sabía que la pasaría muy mal, de su amo caer en una crisis de rabia roja, todos en el palacio sufrían cuando eso pasaba.—Mejor ve a decirle a tus sirvientes que preparen suficiente cena para esta noche, en horas de la madrugada volveré a subir.—¿Y la reina señor?.—Kairon miro al pequeño adefesio, en verdad ni sospechaba sobre los gustos de
El tiempo era un misterio, más dentro de la bruma que arropaba su visión cerrada, incluso su respiración colapsaba con los hematomas frescos de sus sueños. Su esperanzas estaban maltratadas, ese demonio Carmesí, se había encargado de aplastarlas con sus grandes pies y la feroz manera de arrastrarla a su nicho. Froto sus manos contra los contornos de sus delicados brazos, en un autoabrazo que le hacía recordar que aún estaba viva, tibia, con un corazón que palpitaba aunque fuera de miedo. Abrió sus párpados para contemplar más a fondo la espesura siniestra de la atmósfera, tampoco se reflejaba con tanta evidencia la esencia de su nuevo hogar; una cama con la tela oscura cubriendo su forma rectangular con cierta elegancia. Solo eso pudo divisar en todo el espacio, junto al contraste de la sombra del agua en una pared más alejada, como si se filtrara de entre las rocas. Parecía una cascada, hizo un esfuerzo casi titánico para levantarse del pequeño rincón que se había vuelto su r