CAPÍTULO 16. La parte traidora de su cuerpo

Gabriel entró al departamento como si fuera un huracán, y arrinconó a Marianne en la pequeña cocina, mirándola de arriba abajo.

—¿Dónde te lastimaste? —preguntó dando la vuelta a su alrededor, pero ella negó.

—En ningún lado…

Gabriel arrugó el ceño, lleno de preocupación.

—No te voy a tocar, mocosa, solo dime… solo dime dónde te lastimaste.

Ella negó de nuevo, pero él pudo ver que se lo estaba ocultando. Le mostró el rastro de sangre que tenía en los dedos todavía y la increpó con impaciencia.

—Había sangre en el asiento del coche, sé que es tuya. No vuelvas a mentirme. ¡Enséñame dónde te lastimaste! —La vio agachar la cabeza y retroceder con algo que parecía vergüenza, pero antes de que pudiera escaparse, Gabriel se acercó a ella bruscamente y Marianne pegó la espalda a la pared mientras dejaba de respirar.

Lo tenía a menos de diez centímetros, así que no podía moverse sin tocarlo. Podía sentir su respiración pesada y ver la forma en que cada músculo de su pecho se tensaba, y por pri
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