El color se le fue del rostro a la bella Mariana, no podía creer que estuviera sentada justo al lado de ella, no pudo evitar recordar sus varoniles manos acariciando su cuerpo, como ella gemía con su toque, se sentía avergonzada y a la vez muy sorprendida de verlo en la cena familiar
— Mariana, ¿te pasa algo? parece que has visto un fantasma, estás pálida — Danilo se preocupó
— No, yo... estoy bien
Fabio se había quedado mudo, la hermosa mujer que no había logrado sacar de su cabeza ni de noche ni de día, la que lo había vuelto loco y lo había despertado de su largo sueño, con quién había vuelto a ser un hombre vigoroso y capaz de volver a sentir lo que creyó cerrado para siempre en su vida
Ahora la tenía justo a su lado, ella estaba ahí, la familia Ferreira la había invitado, no entendía al destino y sus extraños caminos, pero el que estuvieran los dos ahí esa noche, claramente quería decir algo
— Tía Mariana, te estábamos esperando, sabes que eres nuestra tía favorita — Andrés le ha