Los días transcurrieron con calma, mi suegra venia todos los días a verme, se quedaba hasta la hora de la cena y después se iba, ella me decía que una mujer en embarazo no puede estar sola y que Samuel había hecho mal al dejarme aquí, pero yo la tranquilizaba al decirle que estaba bien y que todo saldría perfecto con mi embarazo.
— no deberías ir a ese orfanato, es peligroso — me regaño mi suegra esa mañana.
— me gusta estar allí, y no hago nada pesado, Amelia y la señora Adelaida se encargan de casi todo — le respondí.
— iré contigo entonces, me asusta que les pase algo — me dijo.
Yo me reí un poco y asentí con la cabeza, era inútil decirle que no, ya que ella era igual de terca que yo, así que no quise ir en contra de la corriente.
— esta bien, estoy segura que le encantara el lugar — le asegure.
Ella puso su típica expresión de no lo creo, pero no me dijo nada.
Así que, mi suegra y yo nos dirigimos juntas al orfanato. En cuanto bajamos, note la mirada de algunas personas pue