Mundo de ficçãoIniciar sessão"E agora, o que vou fazer? Grávida e abandonada. Sem casa e sem ter para onde ir." Luma engravidou do filho de um fazendeiro muito rico e, sem apoio da família do rapaz, acabou sendo colocada para fora de casa pela própria família, carregando seu filho na barriga. Sem ter para onde ir, vagou pela cidade até que uma senhora a acolheu, porém, havia uma condição: após o nascimento do bebê e de passado o período de resguardo ela teria que trabalhar na casa de prazeres da mulher em outra cidade. Anos mais tarde, com seu filho adolescente e conformada com seu destino, o passado volta a atormentá-la. Gabriel jamais esqueceu um amor da adolescência, e nunca se conformou pelo fato da moça tê-lo traído e ainda engravidado de outro. Amargurado, ele jurou jamais se envolver novamente. Mas ficou difícil manter a promessa quando ele encontra uma linda mulher em sua visita na cidade vizinha, mas a mulher pareceu indiferente a ele e seu poder aquisitivo. Movido pelo desafio, a cada visita ele deixa uma flor de presente. O que será desse amor? As dores do passado poderão ser superadas? Venha se envolver em um romance cheio de drama, segredos e um passado doloroso.
Ler mais—Te vas a arrepentir —me dijo y me obligué a respirar profundo.
—Puede ser que lo haga —respondí—. Pero no va a ser la primera vez que me arrepienta de algo, así que creo que lo podré afrontar.
—No vas a poder sin mí —aseguró él y yo negué con la cabeza.
—Yo voy a estar bien —aseguré algo que él se negaba a creer.
—Te vas a arrepentir —repitió y sonreí desganada.
Su insistencia y sus palabras no me hacían daño, ya no me lo hacían, como tampoco me lastimaría nada de lo que él decidiera hacer justo en ese momento.
Yo estaba cansada de todo, sobre todo de sentirme mal por su causa, sobre todo de achicarme ante sus ojos solo porque él nunca me miró con benevolencia.
Y es que Alejandro Darrell no se daba cuenta de que yo era mucho más de lo que él se merecía, porque nunca lo había querido ver; pero debo confesar que, al principio, yo tampoco lo noté.
Pero ya no era así. Yo ya no era la tonta que le amaba incondicionalmente y por sobre todas las cosas, incluyéndome; yo no era más esa mujer idiota que le aguantaba lo que fuera con tal de estar a su lado.
Yo estaba tan cansada de ser el aire que él casi nunca notaba, pero que cuando lo hacía le molestaba, que solo quería desaparecer, justo como el aire cuando está libre, y no atrapado en un remolino que gira contra un poste de concreto que no siente, que no admira y que ni siquiera acompaña, que solo está ahí, firme, sin propósito ni beneficio.
Alejandro se había dedicado a portarse indiferente conmigo a pesar de haber sido él quien me había ofrecido casarse conmigo para sacarme de apuros, por eso no había forma de que yo no lo quisiera lejos de mí luego de años de lo mismo.
—Solo fírmalo —insistí empujando hacia él los papeles de divorcio en el escritorio, pues cuando se negó la primera vez lo había empujado hacia mí—. Ni siquiera somos felices juntos, y tú ya no me necesitas.
—¿Por qué haces esto, Emilia? —cuestionó Alejandro, levantándose repentinamente, dejando su asiento para dar unos cuantos pasos lejos de ese papel que parecía generarle algún tipo de aversión—. ¿Crees que lo lograrás sin mí? No tienes nada, Emilia, no eres nada sin mí y lo mío.
—Puedo parecer así ante tus ojos —dije y él me miró asombrado, como si se hubiese dado cuenta de algo que no había notado—, pero soy una mujer fuerte, valiente, con ganas de hacer más que estar todo el día en casa esperando a que llegues. Alejandro, soy una mujer harta de esperarte, harta de escucharte hablando mal de mí y harta de tolerar tus constantes humillaciones.
Alejandro continuó en silencio, viéndome casi asustado, incluso a ratos parecía dejar de respirar.
» Tienes razón en que no tengo nada, pero ha sido siempre así, incluso estos años a tu lado, porque yo nunca consideré nada de lo que me rodeaba como mío —declaré sintiendo un nudo ahogando mi garganta.
Todo lo que estaba por salir de mi boca tenía demasiado tiempo guardado en mi interior, y era mucho lo que se había acumulado, así que se empujaba con tanta fuerza que me costaba contenerlo y, como sería la última vez que hablaríamos, lo dejaría salir todo.
» Siempre lo supe —declaré—, que para ti yo era un mueble más en esa casa. Todos lo sabíamos, Alejandro, así que fue cruel que lo recalcaras cada que querías, no hacía falta que lo hicieras. Te aseguro que tus empleados tenían bien en claro que yo no era su señora, y que no tenían que servirme, yo también lo sabía, por eso jamás se los pedí.
—¿De qué rayos estás hablando? —preguntó él, como si de verdad no supiera nada del constante maltrato psicológico que recibía de parte de los empleados de su casa y empresa, provocándome sonreír con ironía por su desfachatez.
Negué con la cabeza, bufando una risa molesta, pero respiré profundo para no perder la calma, al fin y al cabo, yo no había ido ahí a pelear con él.
—Eso ya no importa —aseguré—, ya nada importa ahora. Solo firma los papeles del divorcio para que me pueda ir.
—Emilia, ¿qué vas a hacer sin mí? —preguntó, desesperado, y molestándome más.
Mi mundo no giraba alrededor de él, ya no lo hacía, y él no lo quería entender.
—Ser feliz al fin, Alejandro —respondí segura de que eso era lo único que me quedaba por ser, y que no lograría serlo a su lado—, porque a tu lado, todo este tiempo, solo he sido profundamente infeliz, tanto que ni siquiera puedo recordar la cantidad de veces que me pasó por la cabeza tirarme por el balcón.
Alejandro me miró horrorizado, sin saber qué decir, pero estaba bien que no dijera nada, porque yo no quería escucharle nada más.
» Firma los papeles, por favor —pedí sintiendo el terrible dolor de cabeza partiendo mi cráneo—. Yo no te sirvo para nada ahora, y no quiero seguir a tu lado... ¿Qué es lo que te hace negarte? Si al fin dejarás de verme como odias hacerlo, como un maldito mueble obsoleto en esa casa.
Las últimas palabras fueron un parafraseo de algo que él me había dicho alguna vez, y lo recordó, por eso caminó furioso hacia el escritorio y tomó el bolígrafo con el que firmaba nuestro final.
—Si es lo que quieres, lo tendrás, pero es lo único que tendrás de mí, y te juro que te vas a arrepentir —dijo firmando y empujando el puño de papeles que se deslizaron hacia mí de nuevo.
—No lo haré —aseguré recibiéndolos encantada, sonriendo por primera vez en muchos años.
Porque sí, yo estaba feliz al fin. Tal como había dicho Alejandro, yo no tenía nada, pero ahora era alguien libre y con tantas ganas de salir adelante que seguro encontraría la fuerza para obtenerlo todo.
Três anos depoisJoãoPrimeiro ano de casamento. Mal consigo acreditar que estamos completando um ano de casados. Nos casamos dois anos depois que começamos a namorar de verdade e eu não me arrependo nem por um segundo.Estamos com as malas prontas em nosso quarto, mas antes de viajarmos, fomos convidados para um jantar em família na casa de minha mãe. Mas se engana quem acha que ela está morando sozinha naquele apartamento. Aos pouquinhos o senhor Antônio, novo porteiro do condomínio, começou a se aproximar de minha mãe e já tem dois anos que os dois estão de namorico. Gosto de ver a felicidade brilhando em seus olhos como eu nunca vi antes, ela merece ser feliz com alguém que além de amar, saiba respeitar.— Vamos, João. Sua mãe vai reclamar que nos atrasamos — apressa-me minha esposa.— Eu já estou indo, meu amor. Só estava conferindo os documentos.Coloco uma mala sobre a outra e as arrasto pelo quarto até a porta de saída da casa em que moramos. Camila não quis um apartamento, es
JoãoDurante a última semana, peguei o celular várias vezes, mas desisti de ligar ou mandar mensagem pra Camila. Não sei o que fazer.Ela veio até mim, disse o que eu precisava ouvir e agora, o que falta? Sinto que ainda falta algo, mas o quê?— Tá muito esquisito esses dias, moleque?Meu pai me questiona. Estamos sentados à mesa tomando café da manhã. Ainda é muito cedo, o Sol ainda está muito tímido e aquele friozinho da manhã invade a cozinha.A fumaça do café fumegante dança na minha frente.— Quem tá esquisito? — Levo um gole do café até a boca.— Ocê tá esquisito. Só fica encarando esse telefone e não fala nada com ninguém.— Ah, pai...— É aquela moça que esteve aqui, não é? Eu vi como ocê ficou. Fugia da garota como o diabo foge da cruz.— Eu não sabia como agir na frente dela, pai. Por isso ia me refugiar no serviço pesado.Passo manteiga no pão e dou uma mordida.— Nem parece meu fio. — Ele beberica seu café.Antes que eu pudesse responder, meu telefone toca e quando verific
JoãoQuando Camila me ligou dizendo que estava aqui, eu me sentei imediatamente em uma cadeira, pois minhas pernas amoleceram. Não podia ser. Eu fujo da mulher e ela vem atrás de mim.Depois, quando ela disse que havia se decidido, eu senti as pernas amolecerem novamente. Mas também senti que havia algo a mais, algo por trás de sua decisão e eu preciso saber o que é.Combinamos de conversar no quarto onde estou ficando na mansão do meu pai. E agora estamos frente a frente.— Pronto, Camila, agora você pode falar.Ela me encara, coloca um sorriso no rosto e responde, estendendo o braço, vindo na minha direção para me abraçar.— Eu me decidi, meu amor. Escolhi ficar com você.Seguro os seus braços para que ela não me abrace.Era tudo o que eu queria ouvir há até pouco tempo atrás, mas depois de três semanas, essa simples frase esconde algo que ela não quer me contar.— Camila, o que fez você mudar de ideia?— Poxa, João. Eu me despenco até aqui, falo exatamente o que você sempre quis o
CamilaEstou deitada na cama, meio de lado, com a cabeça sobre o colo da minha amiga Luma. Ela está recostada em um monte de travesseiros com os pés para o alto e, enquanto eu reclamo da vida, ela afaga meus cabelos.— Você sabe que corre esse risco, não é? — Luma fala enquanto passeia os dedos delicadamente pelos fios do meu cabelo.— Mas nunca havia acontecido algo assim antes — reclamo.— Não? O que foi aquele ato do Rafael, então? Fez até Nice contratar um segurança pra ficar na porta do lado de fora!— Mas isso é diferente.— A única diferença é que ele tentou me obrigar a subir na cara de pau, na frente de todo mundo. E esse cara foi mais esperto. Te seduziu, te levou pro quarto primeiro, onde você estava totalmente vulnerável.— E ele voltou, ontem! — Pontuo estarrecida, pois não esperava que depois daquilo ele fosse voltar — Teimou com Nice que queria estar comigo novamente, mas eu já tinha informado a ela o que havia acontecido.— O que está esperando pra largar essa vida, Ca
CamilaQuase um mês que não vejo o João. Ele me deu um curto espaço de tempo pra pensar. Como vou decidir toda a minha vida em apenas duas semanas? É claro que eu não tinha uma resposta pra dar e ele se mandou pra roça.Converso com Luma pelo aplicativo de mensagens quase todos os dias e ela me disse que ele estava muito triste, mas disposto a cumprir o que prometeu. Ele até pediu demissão do emprego, mas ela me disse que o Gabriel o colocou de férias. Sem João saber, é claro. Assim ele tem um tempo pra pensar e decidir se é isso mesmo que ele quer.Tento afastar João da minha cabeça e me preparar para mais uma noite de trabalho. A maquiagem pesada disfarça a minha tristeza. Não adianta mentir para mim mesma, é fato, estou triste por João ter cumprido o que prometeu.Os cabelos bem cacheados e volumosos destacam bem o meu rosto maquiado; o vestido colado destaca minhas curvas e o salto alto compensa um pouco a minha altura.Chego no salão exalando sensualidade. Me sento no bar com al
JoãoDias depois, recebo o resultado dos exames e eu mais uma vez consegui boas notas e fui aprovado sem a necessidade de provas finais. Suspiro ao olhar para a tela com a tabela das matérias e a palavra “aprovado” ao lado de cada uma delas. Era para estar festejando, pulando de alegria, pois a cada semestre que cumpro, minha formação está mais próxima.Mas a alegria não me invade. Camila sumiu, e como não obtive uma resposta sua, vou cumprir o que disse e voltar para a roça.Assim que o sistema permitir, vou trancar a faculdade. Essa é mais uma atitude que me dói no peito. Estava gostando dos estudos, da formação, da ideia de ter uma faculdade e trabalhar em uma grande empresa como a do Gabriel. Mas tudo será enterrado por causa dela.Ergo meu corpo da cadeira e pego a mala, começo a colocar as roupas dentro dela.— O que está fazendo, João? — Minha mãe fala ao abrir a porta, me observando fazer as malas. — Vai viajar?— Vou voltar pra roça — respondo decidido.— Vai mesmo fazer essa










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