De repente sentí que me costaba respirar, no pude evitar tratar de apartar su manota. Pero, no se movió ni un poco.
Me miraba con furia, y su voz sonaba amenazante.
—¿Me odias tanto? ¿No eres capaz de contestar ni una llamada mía?
—Estaba trabajando, no tenía tiempo para contestar tu llamada. Es la verdad.
Realmente no entendía qué estaba pasando, ¿acaso todo esto por no haber respondido su llamada? ¿Por qué se estaba poniendo tan furioso?
¿O será que otra vez discutió con Camila y por eso se desquitó conmigo? ¿Todo lo exagera tanto?
Mateo se rio con desdén:
—¿No tenías tiempo para contestar? ¿No descansan ustedes al mediodía?
—Yo…
—¿O tal vez estabas con algún hombre, disfrutando de su compañía y no querías que te interrumpiera?
Me quedé sorprendida y lo miré fijamente.
—Mateo, ¡ya basta! Aunque sea tu amante, no tienes derecho de tratarme así, ¿por qué siempre sospechas sin razón, por qué me acusas sin razón?
—¿Sospechar? ¿Acusarte?
Mateo sonrió y se burló: