—¡Mateo!
Al oírlo, Miguel estalló de furia y lo miró con sus ojos llenos de ira.
—¡Recuerda quién es tu papá de verdad!
Mateo se rio sarcásticamente:
—Desde que te conseguiste otra mujer y tuviste otro hijo, ¿alguna vez me has tratado como si fueras mi papá? Ya fue suficiente con que traicionaras a mi madre. Ella te dejó y se fue sin llevarse nada. Cuando por fin encontró la felicidad, ¿tú por qué tuviste que destruirla? Pedirte que vayas a la tumba de Logan a arrodillarte no es nada.
—¡Mateo!
Miguel lo agarró del cuello de la camisa. Parecía que los ojos se le iban a salir de la furia.
—Tu mamá se metió tan rápido con otro hombre… ¿no será que ya tenían algo desde antes?
—No todos son unos rastreros infieles como tú. No fuiste un buen papá, y mucho menos un buen esposo.
Le dijo Mateo, con los ojos llenos de desprecio.
Miguel temblaba de ira. De sus ojos enrojecidos parecían desbordar las ganas de matar a su hijo ahí mismo.
Sus manos, cada vez más tensas, apretaban el cuello de la cami