Capítulo 296
El tiempo estaba justo, así que comí rápido.

Mateo me miró y dijo:

—No hay prisa, come despacio.

Tomé un sorbo de leche y contesté:

—¿No era a las seis el vuelo? Me preocupa que no lleguemos a tiempo.

—Si llegas tarde, tomas el siguiente vuelo.

Lo dijo tan indiferente que me molestó.

Me tragué el sándwich y pregunté:

—¿No era urgente? Si no, no habrías comprado un vuelo tan temprano, ¿no?

Mateo me miró un rato sin decir nada y luego dijo:

—Comes tanto y no te sale nada de panza.

Me quedé callada.

—Trabajo mucho, todo lo que como se va rápido, no es para tanto —respondí molesta.

Mateo sonrió con desprecio y puso su mirada en mi pecho:

—Es verdad, estos días te he cansado bastante.

—¡Mateo...!

Lo miré con enojo, sin ganas de hablar más.

Aunque parece serio, solo piensa en esas cosas...

Y ahora, en este viaje, seguro está ocupado con algo importante.

En unos minutos, mientras desayunábamos, llegaron dos llamadas para él.

Terminé rápido el sándwich, tomé un pedazo de pan y le dije:

—Vamos.
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