"Aurora, espero el día en que vuelvas a mí."
En un instante, ese mensaje me arruinó por completo el buen humor. Molesta, borré el texto y, como eso no fue suficiente, bloqueé a Javier de todas partes para que no pudiera contactarme más.
Cada vez sentía más que era un perturbado; ya le había dejado muy claro que, pasara lo que pasara, jamás iba a dejar a Mateo. Pero él no parecía entenderlo y seguía insistiendo con que yo iba a volver con él.
Solo de pensarlo me sentía irritada y, además, muy inquieta. Ese tono tan seguro que tenía siempre me hacía sentir que todavía escondía un plan todavía más terrible.
Por suerte, después de esa amenaza, todo volvió a estar tranquilo y no volví a verlo para nada. Pero si se había atrevido a mandarme algo así, significaba que todavía no pensaba dejar de acosarme. Mientras más callado se quedaba, más inquieta me sentía, porque me daba la sensación de que estaba tramando algo a escondidas.
Ese día, después de salir de ver a Mateo, fui a propósito al mos