La mirada de Jeison tenía un toque de burla que resultaba incomprensible.
Después de todo, yo no era su rival; sin embargo, su reacción indicaba claramente que disfrutaba viendo cómo humillaban a su competencia.
Si hubiera sido Camila, lo habría entendido, pero con Jeison, que no tenía nada que ver conmigo, que usara ese tono para preguntarme eso me molestaba de verdad.
Le sonreí con indiferencia:
—Jeison, eso es un chiste. Javier me ama mucho, ¿cómo podría pegarme? Esta herida fue un accidente.
Jeison sonrió y miró a Javier:
—¿Es eso cierto?
Javier no le respondió directamente, solo me apretó la mano y le dijo con voz tranquila:
—Pasado mañana es nuestra boda, Jeison, ya debiste recibir la invitación, espero verte allá.
Jeison sonrió un poco:
—No pensé que fueras tan de mente abierta. Si fuera yo, y mi prometida me hubiera traicionado, no me casaría con ella.
El tono de Jeison seguía lleno de sarcasmo y Javier lo entendió al instante.
Se molestó un poco, pero su voz no mostró ninguna