—Esa Camila no va a durar mucho —dijo Javier con un tono indiferente, antes de que pudiera terminar mi pregunta.
—Es una lástima, tan joven y ya tan enferma.
Lo dijo con una calma inquietante, como si hablara de la tragedia de un desconocido, sin que le afectara ni un poquito.
Así que esa mirada suya, que parecía triste de ver a Camila, era porque ya sabía lo de su enfermedad...
¿Se sentía mal por ella?
Fuera como fuera, no se me ocurría otra explicación.
Después de todo, Javier venía del extranjero, era una estrella internacional, criado con todas las comodidades.
Y Camila, en cambio, fue traída del campo por Mateo, una muchacha sin clase.
Fuera del apellido Martínez, no parecía haber nada que los relacionara.
Así que, probablemente, entre ellos, no había nada.
Quizá solo lamentaba que se apagara una vida joven.
—¿Tienes alguna otra pregunta? —preguntó Javier, con una sonrisa amarga.
La verdad, si lo pienso bien, Javier me parecía todavía más difícil de descifrar que Mateo.
Mateo era