[FRANCO]
Irme de su casa ha sido casi una tortura, pero bien lo ha dicho ella, yo ya no soy millonario, y si quiero darles el futuro que tanto se merecen, debo esforzarme mucho. Después de haber pasado por el hotel a cambiarme de ropa, he venido a ver a un viejo conocido, alguien que espero que pueda ayudarme a comenzar esta nueva vida que tanta ilusión me da.
—Señor San Marín, bienvenido —me saluda la recepcionista.
—Muchas gracias, tengo una cita con el señor Acosta —anuncia y sonríe.
—Claro, él lo está esperando, sígame por favor —me pide poniéndose de pie y yo simplemente sigo sus pasos hasta que llegamos a la puerta del despacho y ella golpea la misma—. Señor Acosta, el señor San Marín ha llegado —explica mientras que abre.
—¡Franco! —habla emocionado y lo veo poniéndose de pie—. Gracias Maria —le dice a su secretaria para que luego me haga entrar a la oficina—. ¿Cómo has estado? Debo admitir que me ha sorprendido tu llamada —explica Carlos mientras nos fundimos en un abrazo.
—Me