Dominic.
—Mandy y Dom contra el mundo, siempre bebé, siempre, yo también te amo hermosa, siempre serás mi pequeña Mandy, perdona por esto.
Afirmó con media sonrisa en mi rostro, la misma que o alcanza para sonar sincero, aunque lo soy.
—¡Ey! No, no hay nada que disculpar.
Dice mientras limpia mi lágrimas con su pequeñas manos, la vuelvo a abrazar y ella acaricia mí espalda.
Le doy un beso tronado en la mejilla y continuamos nuestro camino, Mandy pone Girls just want to have fin de Cyndi Louper, y ambos vamos cantando a todo pulmón.
Descapoto el auto y ella se retira el cinturón y se levanta levantando sus brazos para gritar.
—Deberías de intentarlo, es muy liberador —dice con la más hermosas de las sonrisas.
Le devuelvo el gesto y se me ocurre una genial idea, cambio el destino a su casa y tomó la pista.
—¿A donde vamos Dom? —cuestiona cuando se da cuento que el camino no es el que conoce.
— Ya lo veras preciosa, ya lo verás, pero te aseguro que te va a encantar.
Unos treinta