Se escucha un gruñido, que no es otro mas que Dom, a lo que él otro guapo responde juguetón.
—Tranquila fiera, mi tío ya tiene compromiso, solo deseamos ayudar. Yo los acompaño, también tengo hambre.
Y así con ayuda de estas dos hermosuras hechas a mano, salgo en dirección de la cocina.
Salimos de la oficina a paso de tortuga veloz, lo que le permite a Dom, alcanzarnos.
—Yo la llevo, gracias —Dice con cara de puchero, y se ve tan tierno.
El italiano levanta las manos y da un paso a un lado, Dom, se acerca y me eleva entre sus brazos.
Pego mi cabeza a su pecho, acarició con mi mano su barbilla y le dejo un pequeño beso en la mejilla.
—No te pongas celoso mi vida —le susurro al oído.
—No estoy celoso —Responde con el ceño fruncido y los labios en pico.
—Dile eso a tu cara, pero no me importa, así te ves más guapo.
Trata de no sonreír por mi piropo, disimula que le ha gustado mi cumplido y continúa nuestro cortó camino.
Me ayuda a sentarme en un taburete alto frente a la barra