El Encuentro en la Habitación Trece

—Si —dice Vanesa.

—Dime, ¿Estoy gorda?, ¿Tú me ves realmente gorda? —Pregunto María.

—No, usted señorita María está en perfecta condición, y de peso está bien saludable, usted no está gorda, tranquila —dijo la voz dulce de Vanesa.

—Bueno, me ayudas con este desastre —dijo María secándose sus lágrimas, pero antes de que eso pasara, el hermano de María intervino y la vio en el suelo.

—Hermana ¿Qué pasa? —Dijo Taiki preocupado.

—Me duele mi vientre, puedes ir por dorival a la farmacia, me duele mucho —dijo María mintiéndole.

—¿Y por eso estas llorando? —Pregunto Taiki.

—Si, es fuerte el dolor, y pulsante, por eso y bueno se me cayó la olla de sopa y estamos arreglando todo este desastre —agrego María.

—Bien te compraré la dorival pero si me llegó a enterar que estás llorando por algo más María te va a ir mal, o sea me tienes que contar todo y toda la verdad o sea yo no puedo seguir en esta situación contigo siempre te encuentro mal pero bueno ya que dices que te duele el vientre pues iré a comprar esa dorival y unos tes caseros a la tienda también te compraré en la farmacia unos tecitos para que se te quite, no m mires con esa cara  y voy a ver qué me dice la mujer de la farmacia que te puedo comprar para qué no sufras con esos dolores así de que tú quédate tranquila descansa Vanesa se va a encargar de limpiar tu ve a la cama a descansar —agrego Taiki.

María asentó con la cabeza y Taiki le ayudo a levantarse.

—Hermano ponme en el sillón —dijo María.

—Está bien —dijo Taiki.

—¿Dime porque estás aquí? —Pregunto María muy intrigada.

—Porque necesitaba verte, me aflige un poco que estes cerca de Julio —agrego Taiki.

—Julio es el mejor hombre de mi vida y si estoy segura de casarme con él, ya no hablemos más del tema —agrego María disgustada.

—Pues sí, pero y el está entusiasmado por casarse contigo, ¿Dónde está Julio dime?, no puedo ir a traer las cosas, me da mido dejarte sola —Pregunto Taiki respirando profundamente.

—En un proyecto de negocios, si vino a la mansión a saludarme y me dijo que tenía que hacer unas cosas de negocios —agrego María con una mirada tan triste que al parecer se notaba que le dolía decir esas palabras.

—¿Segura?, porque no estoy para mentiras —añadió Taiki.

—Estoy segura ve por la medicina que te pedí —agrego María con disgusto.

—Está bien —agrego Taiki retirándose.

Taiki se fue y el semblante de María era diferente, aunque se maquillara siempre tendría esos ojos tristes.

—Señorita María si puede huir de Julio, hágalo, o la terminara matando —dijo Verónica.

María levanto la ceja del enojo y se disgustó.

—No vuelvas a tocar el tema, Julio me ama y punto, y es lo que me mantiene viva —agrego María.

—¿Qué pasa contigo? —Pregunto Verónica.

—No te metas, Julio es mi vida, y el quizá tuvo una mañana amargada y por eso actúa asi, pero Julio me ama, lo sé, pronto será su esposa, y bueno no entiendo porque levantas falsos contra Julio, no pienso huir de los brazos de Julio, le debo mi vida, es hizo mucho por mí, no puedo fallarle, con el me la paso la bien —agrego María con una sonrisa forzada.

—En su sueños —dijo Verónica.

—Ve a trabajar que para eso te pago —agrego María molesta.

—Disculpe señora María, solo quiero lo mejor para usted yo tambien soy madre y quiero lo mejor para mis hijos, y como su amiga de confianza solo noto que Julio te lastima y no lo quieres ver, el amor es ciego, pero ya esta no hablare más del tema, pero si me llego a enterar que Julio te lastimo lo denunciare con las autoridades —dijo Verónica sin pelos en la lengua.

—Piensa lo que quieras —dijo María arrecostandose en el sillón.

María tomo su celular y mando un mensaje de texto a Julio que decía: “Amor perdona, no pensé que te molestara mi presencia en la nuestra mansión, lamento no haberme puesto linda para ti, no tienes que ser tan grosero conmigo, o espera o me dices gorda porque lo dices de cariño o porque en verdad piensas que engorde estos últimos años, espero tu respuesta amor”.

María vio que las dos flechas del W******p de Julio están activas y azules ella se emocionó, pero Julio le escribió lo siguiente: “No tengo ideas de que lo haces, mira déjalo en el pasado, estoy en un negocio no tengo tiempo María, pero bueno ya sabes que estas gorda, es decir yo te lo estoy diciendo de broma pues, es solo que estaba de mal humor, pero ya estoy bien mi gordita bella, ves te lo digo de cariño, te dejo nos vemos en el anoche, me esperaras en el hotel, en la puerta trece espérame allí, te quiero dar un regalito inolvidable, recuerda estar a las 7:00 de la noche”.

María respondió: “Esta bien no hay problema, te esperare con ansias amor en la puerta trece me iré de una al hotel de noche, veras que la ropa que usare para ti sera espectacular”.

Julio ya no le respondió el mensaje y la dejo en visto.

Horas después 6:59 pm.

María llego al hotel las palmas como quedo con Julio, ella es ajena a todo lo que está por pasar.

Antes de ir a la habitación número trece, ella se ve atentamente al espejo, y le gusta lo que mira en el espejo, es ella con su vestido color azul, tacones, labios rojos mate, cabello planchado y suelto, hermosa y realmente sexy.

Solo de imaginarse en brazos de Julio sentía su alma daba un giro de 180 grados a pesar de lo pesado que es, ella no quiere quedar sola y olvidada.

Se dirige a la puerta, mete la llave en la chapa y la abre se percata que en la habitación hay unos focos que iluminan solo el centro de la cama, lo demás estaba oscuro.

María se sorprendió por lo que sonrió.

Tan pronto su pie piso la habitación fue sujetada por unas manos maravillosamente intrigantes. Antes de que el pie del hombre misterioso pisara la habitación María se percató de la sensualidad del hombre, y el hombre se percató de que María se sintiera relajada por eso le dijo al oído.

—¡Tranquila cariño! —exclamo el hombre misterioso con voz grave.

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