Trabajar bajo presión es mi pasión y últimamente es lo que menos hago. Dalbert parece olvidarse de que soy su asistente y eso me pone furiosa. Lo menos que quiero es dar en que pensar a los compañeros.
Subo al ascensor con las carpetas que me había pedido, cuando llego al piso, ingreso sin tocar a la oficina de Dalbert. Este al verme sonríe, se pone de pie y rodea su escritorio para llegar hasta mí, ignorando por completo a la mujer que se encontraba a su lado.- Gracias por venir. – susurra cuando por fin llega hasta donde estoy, toma las carpetas y me pide que lo siga, sin embargo, esto es algo que él debe de solucionarlo por su cuenta.- ¿Desde cuando eres tan sonriente con tu asistente? – y le doy la razón, incluso para mi resulta extraño, especialmente porque estamos en la empresa.- Desde siempre. – responde con simpleza, mi ceño se frunce un poco m&aacu