Espero sentada en mi habitación, decir que estoy aburrida es poco. Dalbert no ha pasado ni un solo día por aquí y no ha contestado mis llamadas y eso me enoja más. Puedo preocuparme, pero el idiota está en la casa, de vez en cuando escucho su voz y si, lo escucho discutiendo con la mujer esa que aún no se ha ido.
La puerta se abre y da paso a una de las sirvientas de la casa, quien como todos los días me trae la comida. La primera vez quise huir, pero el muy condenado trajo a un guardia en la puerta. El mismo hombre sigue allí, me observa y simplemente le hago una mueca de desagrado a lo que él sonríe.- ¡Sí, ríete! Ya veremos si después consigues trabajo. – y así mismo, su rostro se volvió serio.Le doy las gracias a la señora, pero antes de salir, me entrega un sobre.- Llegó esto para ti. – es lo que me dice. Asiento y ella