Capítulo 32

Desperté al día siguiente, por algunos ruidos y encontré a Dalbert sentado a un lado en el sofá perdido en sus pensamientos.

Cuando se dio cuenta de que me encontraba despierta, de un salto llegó a mí y me abrazó. Estaba raro, su rostro no era ni de felicidad y mucho menos desprendía esa aura intimidante. Esta vez llevaba un rostro de preocupación.

- ¿Está todo bien, cariño? – pregunto, lo conozco lo suficiente para saber que algo malo sucede.

- Sí, todo está bien.

- Anoche vino Verónica. – lo menos que quiero es tener secretos con él, por lo que decidí ser sincera. – Esa mujer esa obsesionada contigo.

Su rostro se contrajo a penas le confesé. Tomo mi rostro y me besó. Definitivamente está raro.

- ¿No te hizo daño?

- No, no se atrevería. – sonreí –
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