—¡Bien! — Patricio obedeció con una sonrisa, se puso los guantes y con sumo cuidado colocó las cosas en la caja de terciopelo.
—Te lo regalo—dijo Pablo sonriéndole a Isabella.
—¡Genial! — Isabella tomó la caja de terciopelo de las manos de Patricio y, después de agradecer gratamente, salió junto a Pablo.
Pablo le dijo a Isabella: —Ahora que has regresado a Valenara, debes venir a ver, a este viejo, y jugar una partida de ajedrez conmigo. La última vez, con una partida de ajedrez, casi me llevas al hospital y me hiciste vivir hasta hoy.
—Principalmente porque estabas dispuesto a creer en mí—le respondió muy amable Isabella.
Pablo acompañó a Isabella hasta el estacionamiento antes de irse. Isabella con mucho cuidado colocó la porcelana en el maletero y cerró la tapa, cuando vio acercarse a Beatriz con total determinación.
Valentina venía detrás de Beatriz gritando: —¡Beatriz! ¡Deja de hacer escándalo!
Tan pronto como Beatriz vio a Isabella, levantó de inmediato la mano para golpearla.
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