~Pov de Damien~
Llegué a mi oficina y, quitándome el saco, lo colgué en el respaldo de mi silla de cuero antes de tomar asiento. Apenas unos segundos después, un suave golpe en la puerta interrumpió el silencio. Mi secretaria entró con una pila de documentos en sus manos.
—Señor, buenos días —dijo, depositando los papeles con cuidado—. Estos son los contratos que solicitan su firma. Y, señor, me pidieron en recursos humanos que tuviera especial cuidado al validar el salario del contrato de la señorita Belmont.
El apellido resonó en la habitación, encendiendo una chispa de molestia que ya se había gestado desde temprano. La miré, mi expresión endurecida al escuchar "Belmont". Con un suspiro forzado, le respondí:
—Gracias. Déjalos ahí. Los revisaré.
Ella asintió, hizo una reverencia y se retiró en silencio, dejándome solo con mis pensamientos y la creciente irritación.
Firmé los demás contratos con prisa, mi pluma deslizándose con firmeza sobre el papel. Sin embargo, al llega