10. Rayar la cancha
—Sí, por eso mismo te cité aquí. Así después cada uno toma el metro hasta su destino —contesto, guiñándole un ojo.

—Bien pensado, ¿vamos? —Asiento.

Llegamos a una cafetería llamada Cinzeo. Nos sentamos lejos del bullicio de la gente que transita por el terminal, cerca de un ventanal que da hacia un parque.

Me sudan las manos, por el calor que hace y por los nervios.

Felipe logró ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, ya que es muy guapo. Es muy alto, y sí, lo vuelvo a repetir porque me tiene impactada su altura, ya que debe medir más de un metro noventa, espalda ancha, buen trasero, una hermosa sonrisa, mentón ancho, labios no muy gruesos, pero tampoco tan delgados. Tiene barba de algunos días y lo que lo hace único es su barbilla partida. Tiene el cabello con rizos anchos de color castaño oscuro y ojos expresivos color avellana.

Está vestido con un traje negro de dos piezas, lleva una camisa blanca arremangada hasta sus codos, con dos o tres botones desabrochados a la altura de su
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