Gastos De Manutención
Un par de días después, por la mañana Dante se inclinó sobre la mesa del comedor familiar, recogiendo las llaves del auto y su móvil, la cabeza aún envuelta en los recuerdos de la ceremonia secreta que habían compartido. El aroma a café recién hecho y pan tostado llenaba la cocina, donde Serena ya se encontraba sentada junto a Teo y Rafaele, sonriendo mientras hojeaba un pequeño cuaderno de recetas.
- Te enviaré el almuerzo. - dijo, guiñándole un ojo - Te haré lasaña.
Dante sonrió, pero no se movió, a la espera.
- ¿Pasa algo? – le preguntó y Dante le sonrió.
- Estoy esperando que me des cambio suelto…
De repente, al recordar su conversación que tuvieron en el automóvil, ella se levantó apresurada, sus pasos ligeros resonando suavemente sobre el suelo de mármol. Se acercó a un cajón, lo abrió con rapidez y sacó una billetera adornada con flores. Con manos decididas, rebuscó un par de billetes y los extendió hacia Dante con una sonrisa traviesa, casi juguetona.
- No