Capítulo 10. ¿DEBO COMENZAR A LLAMARTE AMELIA CONSTRUCTORA?
Desperté envuelta en los brazos de Rámses. No puedo decir que me haya sorprendido, porque la verdad era que me aferré a su cuerpo toda la noche, aunque en ningún momento él intentó zafarse. Me sentí segura, como nunca y no quería dejar ir ese sentimiento tan fácilmente.
Fue el reloj despertador el que me hizo abrir los ojos para conseguirme un par de ojos intensos y caramelos mirándome con intensidad, un brillo los hacía lucir ligeramente divertidos ante mi agarre posesivo. Giré los ojos en respuesta y lo solté. Después de ir al baño y cambiarme de ropa bajé apenada hasta la cocina donde Rámses y Gabriel me esperaban para desayunar.
Gabriel me trataba como si fuese normal que apareciera en la cocina de su casa a las siete de la mañana, y Rámses actuaba como si aquello fuese a repetirse todos los días. Me enseñó donde estaban los platos, los vasos y los alimentos, bajo mi mirada avergonzada. No quería familiarizarme con esta casa ajena, a pesar de que eso era justo lo que sentía.
—Tene