12. Nuestro primer beso

[AZUL]

Otra noche complicada, duermo, pero no descanso; mi mente solo le da vueltas a mi conversación con Carlos y su reacción al decirle que no tenderé ninguna trampa a nadie. La forma en la que me trato, la manera en la que tuve que convencerlo. Sé que nuestra conversación no ha terminado ahí, pero lidiare con eso más adelante; ahora quiero enfocarme en rehacer mi vida. En estos momentos lo que me inquieta son las clases de ingles con Santiago. Hemos quedado en tener la primera clase hoy a las 11:00AM, y realmente no sé si ha sido una buena idea aceptar ser su profesora, pero por alguna extraña razón este hombre tiene un poder de convencimiento sobre mi. Me levanto de la cama, me voy a duchar, me coloco un jean, camisa blanca y zapatos del mismo color y bajo a desayunar.

Entro a la cocina y allí están Isabel, Lucia, y Santiago. Las niñas al parecer ya se han ido a la escuela, y yo simplemente saludo a todos y me siento a desayunar. Luego de un ameno momento entre conversaciones y café, subo al cuarto a preparar la clase de hoy. Estoy muy concentrada preparando el material de hoy cuando recibo una llamada de teléfono. Miro la pantalla del móvil y no reconozco el número. Desbloqueo la pantalla y contesto, para mi sorpresa es Marcos quien le ha pedido mi número a Lucia y ella accedió a dárselo.

Él quiere que vayamos a cenar esta noche para poder conocernos mejor ya que el día de la discoteca no lo hemos podido hacer a pesar de aquel beso. Estoy intentando encontrar las palabras para decirle que ese beso no significo nada, lo que menos quiero es que mal interprete la situación y busque iniciar ningún tipo de relación; no estoy interesada en él ni en ningún hombre porque simplemente no creo en el amor y eso dudo que vaya a cambiar. No lo puedo negar, por supuesto que es guapo, pero no quiero ilusionar a nadie y accedo a cenar con él, pero con el único propósito de explicarle lo que me sucede y para, aunque sea terminar siendo amigos. Termino la llamada, y sigo preparando el material hasta que el reloj ya marca las 11:00AM, por lo tanto, bajo a la sala y allí esta Santiago esperándome. Él me mira y esboza una media sonrisa.

— ¿Esta lista, profe? — Me pregunta.

— Sí. — Le respondo un poco más seria.

— ¿Qué te parece si hacemos la clase en el jardín? — Propone con una gran sonrisa en su rostro.

Me es imposible decirle que no con esa carita que ha puesto.

— Esta bien. — Accedo finalmente.

Salimos al jardín, y nos sentamos alrededor de la mesa que se encuentra al lado de la piscina. Por mi parte me siento en un lado de la mesa y él se sienta a mi lado. La distancia entre nuestros cuerpos es mínima y a decir verdad no me gusta esta falta de espacio, me pone nerviosa, me desespera; simplemente siento ganas de huir, pero sé que debo controlarme.

— ¿Te encuentras bien? — Me pregunta, y al parecer ha podido percibir mis nervios.

— Sí. — Respondo intentando sonar segura, pero sé claramente que no lo lograre por más esfuerzo que haga. —Comencemos. Dime Santiago, ¿qué parte de tu inglés crees o quieres reforzar? — Indago.

— Me gustaría reforzar los verbos e intentar hablar sin tanto acento. — Explica riéndose.

— Bueno lo de los verbos tiene solución, pero lo del acento es también cuestión de práctica. Así que empezaremos con los verbos primero. — Propongo.

Él rápidamente accede al plan que le propuse y así comenzamos la primera clase. Debo admitir que es un gran alumno porque presta atención a las indicaciones que le estoy dando y al mismo tiempo toma notas. Le he puesto a hacer un ejercicio de uno de los libros y puedo notar que está muy concentrado escribiendo y yo solo me limito a observarlo y prestar atención a cada uno de los gestos que hace. Por alguna razón me causa gracia la manera que levanta sus cejas, que sonríe cuando cree haber encontrado la respuesta, o simplemente la manera que mueve sus dedos provocando un sonido ameno sobre la mesa casi como si fuera un instrumento de percusión, y me doy cuenta de que es la manera en la que se concentra para pensar.

[SANTIAGO]

Estoy haciendo el ejercicio que me ha dado, y la realidad es que no sé cómo es que me estoy pudiendo concentrar en esto teniéndola tan cerca y pudiendo oler su perfume el cual es extremadamente dulce e invita a besar su piel. Definitivamente pedirle que sea mi profesora de inglés no ha sido una buena idea, pero muy dentro de mi sé que esto ha sido tan solo una excusa para poder estar cerca de ella.

Sigo sin entender que me sucede; tengo una novia que amo, pero esta mujer ha llegado a robarme la calma. Muevo mis dedos formando un sonido bastante interesante sobre la mesa y es que necesito concentrarme y esta es la única manera que hayo para conseguir mi objetivo. Una vez que tengo el ejercicio finalizado,  se lo entrego y ella me sonríe con esa sonrisa encantadora que tiene y arrastra el libro sobre la mesa para acércaselo a ella.

Esta muy concentrada revisando cada punto del ejercicio y me encanta como se ve en este momento así de concentrada revisando todo, la manera que gesticula su rostro es única y me fascina cada detalle que veo. De repente ella levanta la vista, me sonríe y me señala algunos puntos donde me he equivocado, y yo me acerco a ella un poco más para poder ver de lo que me está hablando. Entiendo lo que me está diciendo, pero no puedo parar de mirar sus labios los cuales están a centímetros de los míos.

— ¿Me estas prestando atención? — Me pregunta girando su rostro.

Al parecer ella no esperaba que estuviéramos tan cerca ya que sus ojos se han abierto más de lo normal. Tengo mi mirada clavada en sus ojos azules, ella parece no poder apartar la mirada al igual que yo. Y de repente, un impulso hace que levante mi mano y la coloque en su cuello luego de haber apartado su cabello. Ella no me dice nada, pero puedo notar lo nerviosa que esta ante mi tacto y no puedo comprender porqué. Me acerco más a ella y sé claramente lo que quiero, aunque estoy consciente de que no es correcto, pero mi corazón late muy deprisa y es casi inevitable.

Con mi mano sobre su cuello hago que nuestros rostros se acerquen más; ella aún sigue inmóvil, aunque con su respiración esta más agitada. Termino de acortar toda la distancia entre los dos y poso mis labios sobre los de ella. Azul no hace absolutamente nada, está completamente inmovilizada, y no entiendo lo que le sucede, ¿será que no se siente atraída hacia mí? De a poco logro que ella me dé más acceso a su boca y así intensifico el beso, pero ella no me responde. Esta como en un estado de shock y yo me comienzo a preocupar. Creo que será mejor que no continúe con esto me digo a mí mismo, pero el sabor de sus labios es tan dulce como la miel y estoy atrapado en ellos.

— ¡Santiago!

— Este grito hace que automáticamente me separe de la trampa mortal que son los labios de Azul. Me doy vuelta, allí esta Lucia mirándome y haciéndome miles de preguntas con su mirada. Observo a Azul, está llorando. ¡Dios! ¿Qué he hecho? ¡Santiago que estúpido eres! Me grito a mí mismo.

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