—Sí, señor, nacido y criado.
—No hueles como un errante. —comenté.
—Jorge convirtió el club de playa en una pequeña manada, así que supongo que me salgo con la mía por un tecnicismo. —levantó los dedos en el aire, haciendo un movimiento de comillas con ambas manos.
—Entonces, ¿qué hay con el sombrero... y el silbato? —estaba más intrigada por el silbato que por el sombrero, y como parecía relajado con las preguntas... quería seguir haciéndolas.
El club de playa estaba ubicado en una de las partes más calurosas del país, lo de usar sombrero se sobreentendía, aunque como hombre lobo, ninguna quemadura de sol duraría mucho gracias a nuestra curación avanzada, pero el silbato... eso aún no lo entendía.
—El sombrero es simple, es un estilo. El silbato es una especie de broma recurrente.
—Una que necesitas compartir con ella a menos que quieras que te azote. —Callie bufó desde el asiento delantero, sus crecientes nervios le daban un tono mordaz.
—Suena prometedor... —Colt arqueó las cejas ha