Mantuvo su ritmo mientras yo lo disfrutaba, egoístamente aceptando lo que él quería darme. Sus labios no me dejaron hasta que retiró su mano de mis leggings, dando un paso atrás para mirarme.
Me moví, deseando que me diera el mismo nivel de placer que acababa de crear en mí. Me bajé de la mesa, tirando de su cinturón... ya desabrochando su cremallera cuando me agarró la muñeca.
—No, espera. —me detuvo.
—Quiero... —le sonreí a través de mis pestañas, no necesitaba comportarse como un caballero. Lo que acababa de hacer no fue muy caballeroso.
—No debí hacer eso. —su otra mano libre agarró mi otra muñeca, manteniendo ambas manos a distancia.
—¿Qué? —me solté de él.
—Perdí el control... lo siento, pelirroja, mierda... —se pasó los dedos por su despeinado cabello negro.
Frío, de repente sientí un frío inesperado.
Necesitaba distancia entre nosotros. Su rechazo fue como un puñal en el pecho, atravesándome el corazón. Apenas había recuperado el aliento y él ya se arrepentía.
Ni siquiera esper