Capítulo XXV

—Puedes confiar en mí y no necesito decírtelo. Si tienes algún problema y yo puedo ayudarte, no dudes en hablar —le decía Amanda al tiempo que con ternura le acariciaba la mejilla levantán­dole el rostro para encararla directamente.

—Sí, tienes razón, no puedo dudar de ti… eres más que una hermana para mí… la verdad es que me siento desespera­da, y la única que puede ayudarme ahora eres tú... —dijo la menor de las Rojas sintiendo que le faltaban fuerzas para seguir hablando.

Leticia guardo silencio por un momento y Amanda comprendió que estaba tratando de darse valor para decir aquello que tanto la atormentaba, lo mejor era esperar a que se decidiera por sí sola.

Por fin aspiro con fuerza y completamente decidida dijo:

—¡Estoy enamorada! Sí, como lo oyes, conocí a un muchacho en una excursi&oacu

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