—Puedes confiar en mí y no necesito decírtelo. Si tienes algún problema y yo puedo ayudarte, no dudes en hablar —le decía Amanda al tiempo que con ternura le acariciaba la mejilla levantándole el rostro para encararla directamente.
—Sí, tienes razón, no puedo dudar de ti… eres más que una hermana para mí… la verdad es que me siento desesperada, y la única que puede ayudarme ahora eres tú... —dijo la menor de las Rojas sintiendo que le faltaban fuerzas para seguir hablando.
Leticia guardo silencio por un momento y Amanda comprendió que estaba tratando de darse valor para decir aquello que tanto la atormentaba, lo mejor era esperar a que se decidiera por sí sola.
Por fin aspiro con fuerza y completamente decidida dijo:
—¡Estoy enamorada! Sí, como lo oyes, conocí a un muchacho en una excursi&oacu