—Qué bueno que pienses así, Leticia está enamorada de un muchacho que no tiene dinero, aunque ya terminó una carrera universitaria y quieren casarse.
—¿Leticia...? ¿Mi hija...? No consentiré esa boda, por nada dejaría yo que se casaran… ¿Qué futuro les puede esperar sin dinero y sin...? —Francisco se había sorprendido y sin poderse controlar se molestó de verdad.
—Tú puedes ayudarles, y si no lo haces lo haré yo, después de todo él es un profesionista que puede trabajar con nosotros… ¿acaso no siempre estamos necesitando personal preparado?
—Es que... sí, como siempre tienes razón, nada ganaría oponiéndome, por otro lado, la felicidad de mi hija está por sobre todas las cosas. ¿Quién soy yo para saber qué será lo mejor para e