Namar condujo a Astrid por los pasillos del palacio, hasta llegar a la habitación de su hijo Gael, de cuatro años.
La joven loba se acercó al pequeño, tenía fiebre, miró sus dedos, la palma de sus manos, el color de su lengua y descubrió lo que tenía. Escarbó en su bolso en busca de las hierbas necesarias y, en silencio, fue hacia un escritorio para verter todo en un recipiente y machacar las hierbas. Luego sacó un frasco con agua de su bolso y vertió el contenido de la mezcla en él. Batió muy bien y se acercó al pequeño.
- Está deshidratado, es probable que quiera beberlo todo, eso ayudará que contrarrestemos el veneno mucho más rápido - Dijo Astrid
- ¿Qué es lo que tiene?
- Lo están envenenando, Namar… pero ha sido algo paulatino, de ese modo pasaría desapercibido como una mera enfermedad
El cachorro terminó de beber todo el contenido del frasco y apoyó su cabeza nuevamente en la almohada y miró a la joven Astrid con sus bellos ojos color, Astrid tuvo la sensación de haber visto es