Daniel rechazó a Anna pensando en su bien, era mucho menor y eso de seducir jovencitas inocentes no era lo suyo, resultaba ser una situación peligrosa porque lograba despertar en él sentimientos intensos. Muchos años después de conseguir que ella se mantuviese lejos e incluso odiándolo un poco, se enteró que Anna lo necesitaba, estaba en peligro de muerte y debía salvarla. Cuando tuvo en sus manos la información, no daba crédito a lo que veían sus ojos, su querida Anna... Su mejor amigo y su padre le dijeron que pensaban que sufría maltratos, pero no los escuchó. Ahora que lo hacía parecía ser demasiado tarde.
Leer másDaniel había vivido parte de su vida en Estados Unidos y parte en Inglaterra. Su padre era un prestigioso médico y dividía su tiempo en ambos países, en los que tenía sus propias clínicas. Aunque médico de profesión, Daniel tenía alma de ganadero.
Tenía tres amigos con los que hizo sus travesuras en la infancia y ahora, ya hombres maduros, seguían sus carreras sin perder esa conexión. Había una persona...una mujer para ser exactos, que le mantenía en constante incomodidad. A decir verdad todo lo relacionado a Anna Greyson le producía un fuerte desasosiego, por eso se comunicó con su amigo Lucien.
No es que no confiara en sus otros dos amigos, pero charlar con Lucien parecía ser más fácil. Quizás era porque era el único de los cuatro que estaba casado, con una maravillosa mujer. Cassie había encajado como una más en el grupo. Pero había tenido su cuota de sufrimiento y cuando casi muere a manos de su padre...fue duro. Lucien estaba fuera de sí y parecía capaz de asesinar.
Anna se había criado con ellos, parecía un varón más pues siempre vivía llena de moretones. Todos sabían que ella estaba enamorada de él, lo que generaba siempre bromas constantes. Al inicio ella reía pero luego se sentía avergonzada y poco a poco empezó a distanciarse. Su familia era peculiar, ella parecía no encajar con ellos así que estaba siempre triste. Tras concretar su reunión partió rumbo a la casa de Lucien.
— ¡Hola! ¿Cómo han estado las cosas?
—Bien, Cassie regresa en tres días.
—La extrañas.
—No solo eso, nunca ha dormido fuera de casa desde que terminó todo y las pesadillas le hacen todo más difícil.
—Mierda...
—Sí, es duro que aún el bastardo logre atormentarla. Pero dime... ¿a qué se debe tu visita? No es que no me alegre pero me extraña.
— Anna, ella es quién me tiene tenso. Ayer fui a buscarla para su cumpleaños y a que no adivinas... tiene novio. El estúpido veterinario que trabaja en su casa.
— ¿Celoso?
—Sí, la rechacé y ahora está con él.
—A ver si logra alejarla de su padre.
— ¿tú también vas a empezar con eso?
—Para mí es obvio que la maltrata, ha tenido demasiados golpes en su vida.
—Lo que pasa es que es como un niño, una completa salvaje.
—No lo sé, incluso nosotros éramos unos desquiciados y nunca tuvimos ni la cuarta parte de sus golpes. Hace unos días la vi en el supermercado, estaba como rara. Me le acerqué y vi unos cuantos golpes en el cuello. Debes estar pendiente Daniel.
—Voy a pensarlo, nos vemos luego.
—Cuídate.
Muchos años atrás, cuando Anna era bebé...
La familia Grant estaba destruida, habían escogido aquel hospital por ser el mejor del país y les habían robado a su bebé, la hermosa Megan. No podían consolarse con el hecho de que aún tenían a su mellizo Cole, un hijo es un hijo y jamás lograrían compensar su ausencia. La policía estaba atada de manos, el video de seguridad no servía porque la mujer que se llevó al bebé tenía cubierto el rostro. Enviaron un boletín a los aeropuertos del país, pero los ladrones les llevaban dos horas de ventaja. La teoría más fuerte era que iban a pedir un rescate por la niña, pero con el paso de las horas iban a darse cuenta de que la bebita no regresaría jamás.
Los responsables estaban ahora con una bebita que en nada de tiempo seria buscada hasta por Scotlad Yard, dejar el país sería dificil. Él, era un médico de renombre y su esposa, con esto de robarse a esa bebé, podría causar el fin de su carrera.
— ¿Entiendes la estupidez que acabas de cometer?
—No pude pensar en ello, sabes cuánto deseaba tener una niña.
—Teníamos una vida de paz, ahora debemos huir como vulgares ladrones.
— ¿Huir?
—Tantos años casados y no me lo puedo creer ¿es que acaso estás loca? Ya no podemos ir a devolverla. Empaca tus cosas, tenemos un viaje muy largo, espero que no te importe viajar en barco.
— ¿En barco hasta allá?
—Mi Dios bendito dame paciencia, ¿Qué demonios quieres? Es que acaso piensas que podemos ir con "esto" al aeropuerto y simplemente decir que es tuya, pero que la tuvimos en la casa, que por eso no fue inscrita en el registro. Además en poco tiempo la policía la estará buscando. Vamos mujer que el tiempo apremia.
—Pues bien, démonos prisa que tenemos que llevar a nuestra hija a casa.
—Definitivamente estás loca.
—Loca no, me has negado la posibilidad de ser madre de nuevo, me forzaste a ello.
—Uno de estos días haré que te tragues tus palabras.
Por ahora señora Lutz, su esposo nos ha dicho lo que ha sucedido, quizás más adelante necesitemos de usted. Pero entienda que es difícil hacer algo sin pruebas. La caja a la que se refiere no está, comprenda nuestro escepticismo.—Mary...— ¿La mujer que está supuestamente muerta?Ana asintió con la cabeza.—Supuestamente no. Sé que vi una caja, quizás quién me la envió se la llevó mientras me escondía en el baño.—No se preocupe que si ese sujeto decide molestarla de nuevo, lo atraparemos,
PesadillaA pesar de que el juicio había terminado y que a Samuel le habían dado 45 años de cárcel, Ana se sentía mal. Haberlo visto de nuevo, a sus ojos lujuriosos y sus comentarios obscenos la hacía sentirse enferma. Ahora estaban todos en la cocina de la casa de Mark, mientras ella dormía, o al menos era lo que ellos pensaban. Se había escapado y se encontraba en la que fue su casa, necesitaba ir al ático a buscar su caja de tesoros. Si Samuel se hubiese enterado de que ella guardaba los regalos que año con año le enviaba Daniel la hubiese matado, pero había logrado esconderlos con ayuda de Mary.Claro que cuando se escapó, todo había parecido sencillo, pero en ese momento, estaba fre
Juicio parte 2Cuando llegaron lo que vio le heló la sangre, estaba bastante pálida y la blusa beige estaba empapada en sangre. Apenas dio un par de pasos se desvaneció. La llevaron a la habitación de Daniel, y le dejaron a solas con ella, a pesar de las diferencias aún era su esposa, por lo que nadie dijo nada.Mark Lutz le ofreció ayuda, pero la rechazó, ambos necesitaban ese tiempo. Le aplicó un sedante y luego le revisó la frente, el corte era pequeño, así que no necesitaba de ninguna sutura.— ¿Cómo está?—Bien, el corte era muy peque&
El juicio parte 1—Se vienen momentos difíciles.—Lo sé, intentaré mantenerme tranquila.—Te amo Ana.—Y yo a ti. Pero sé que esto no me afecta solo a mí. Te sientes responsable. Por eso es más difícil lo que te voy a decir.— ¿Lo que me vas a decir? ¿De qué hablas?—No quiero que Cole y tu estén presentes, especialmente tú.
LondresAna se paseaba nerviosamente por su jardín, las ganas de salir huyendo eran inmensas. La noche anterior había preparado su equipaje, sus documentos para el viaje y ya no tenía nada que hacer salvo esperar por él. Lo que más rabia le daba era que le estaban arruinando la fecha, la navidad debía ser una época de fiesta, alegría... pero en su caso no era así. Se veía obligada a regresar para enfrentar al mayor culpable de todas sus desgracias, el hombre que la crio como si fuera su hija.Durante su infancia fue víctima de sus golpes, de su agresión sexual. Había logrado irse pero ahora tenía que testificar en el juicio, porque de eso sí estaba segura, deseaba verlo tras las r
Un cambioYa llevaban cerca de una hora de viaje, la salida había sido difícil ya que los medios de comunicación habían abarrotado el centro médico, por suerte Mark les había dicho que la hija de Greyson aún se encontraba hospitalizada, lo que les dio la posibilidad de marcharse sin que les siguieran.—Gracias por salvarme.—No se merecen, Ana. Tendría que haberlo hecho hace mucho.—No...Ana se sentía mal, estaba pálida y sudorosa. Cerró los ojos y se sujetó de la mano que Daniel llevaba sobre su pie
Último capítulo