NATHALIE
Tuve que guardar la compostura porque estaba Carlos ahí, no sé cómo pude seguir como si nada o probar bocado luego de ese beso, ¡Dios mío que beso! Sentía que me estaba quitando el aire de los pulmones, mis mejillas sonrojadas era prueba fiel que para mí no había sido un beso cualquiera, pero como siempre Damián no le importa mis emociones o sentimientos, solo mira su plato y sigue comiendo como si lo que acabara de hacer no fuera nada.
—La comida está deliciosa, no hay que negarlo — Y bebe un poco de maracuyá que nos acaba de traer Carlos, yo lo miro apenada porque eso que te vean así no es algo tan normal para mí. Pero antes que se vaya lo detengo y tomo de su mano, necesito verlo a los ojos para alejar la vergüenza, como dicen uno debe enfrentar sus temores.
—Carlos, no olvides enviarme la dirección a mi teléfono para poder asistir puntual, muero por probar esa dichosa caja china.
Escuchamos un carraspeo al voltear, veo que es Damián, no sé qué bicho le pico o porque su mi