CAPÍTULO XVII HELADO DE TODOS LOS SOBORES

Cuando Camil tomo la silla Derek y salieron del parque él pensó que tal vez ya era hora de regresar a casa, aunque tenía el ceño fruncido por andar en pose de gruñón amargado que era lo que lo caracterizaba no pudo evitar por dentro sentir un pesar, ya que hacía años que no se tomaba el tiempo de apreciar ese tipo de interacciones, y mucho menos observar las aves o la forma de las nubes, pero una vez más su querida enfermera que más bien parecía su niñera pensaba él, lo termino sorprendiendo llevándolo a comer un helado

 

—No sé qué tiene por la cabeza que parece que mi opinión no le importa, quiero irme a casa y me niego a andar jugando a comer helado — Una vez Camil lo ignoro y por la rampa para minusválidos que había subió seguido de los hombres de seguridad que no los perdían de vista

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados