Diego:

El día de hoy ha sido agotador, tanto física como mentalmente. La sorpresa de la llegada de Antonella a mi consulta, sin duda, ha sido lo más osado que ha hecho, y me alegra, porque piensa en mí y se atreve a pesar de su timidez. Pero también está la angustia de permitir que siga al lado de un hombre que claramente no la trata como merece. Por eso mi decisión de poner un plazo de un mes para irnos a vivir juntos va en serio; si no fuera por mi hijo, todo sería más fácil.

Después de dar el beso de buenas noches a Marcus, a pesar de que está dormido, entro a mi cuarto y, sin encender la luz, voy al baño. Me lavo los dientes y me saco la ropa, dejándola regada por el piso. Estoy tan cansado que me meto a la cama sin darme cuenta de que tengo compañía.

—¡Mierda! —exclamo, sintiendo unas manos tocar mis piernas, lo que me hace saltar y encender la luz.

Ambra sonríe, vestida con una camisola transparente que deja ver, entre la tela, sus pechos y sus pezones erguidos, apuntando hacia