- No puedes dejar entrar a cualquiera por más que diga eso- digo malhumorado.
- Lo lamento, señor. Creí que...
- Estás despedido- oprimo el último piso antes de entrar y girar. Veo como se cierran las puertas dejando al hombre en blanco.
Mi paciencia tiene un limite y este lo alcanzó.
- Cariño, al fin te veo- la mirada se le ilumina al verme entrar a mi oficina.
- No debiste venir y decir mentiras- menciono deteniéndome atrás de mi silla.
Veo a la rubia sonreír traviesamente y exhalo con pesadez.
'Está loca'
- Es que eso no es mentira. Pronto serás mío y de nadie más- avanza hacia mí contoneando sus caderas.
- Escucha, Daniela. Salí contigo porque le debía un favor a tu padre. Pero no me interesas como mujer- la sostengo de los brazos antes de que se acerque más.
- Jum, comienzo a creer que en serio no te gustan las mujeres- dice despectivamente.
La suelto y se cruza de brazos.
- Créeme, me gustan y justo ahora me gusta una en particular- su cara de disgusto me llena de satisfacción.