Entra Karina y se cruza de brazos.
- Puedo explicarlo- me apresuro a decir. Me pondo de pie y me pongo de escudo protegiendo a Sebastián.
- ¡¿Crees que esto es un juego!?- exclama-. No deben tener intimidad hasta que esa herida sane o de lo contrario... se infectaría- sonríe coqueta al decir lo último-. Lo digo por experiencia- guiña un ojo y Sebastián hace gesto de desagrado. Yo me quedo confundida.
- Esto... nosotros- no sé ni que decir.
- Mi padre me contó todo- suspira-. No debiste dejarte influenciar por ese hijo mío- agarra mis manos-. Por favor, perdona a mi hijo.
- No le vamos a quitar la demanda. Debe pagar por lo que hizo- menciona Sebastián.
Es increíble que aún con bata y una herida en su costado, luzca elegante, poderoso e intimidante.
- No estoy pidiendo eso, hermano. Es solo que ella no debe cargar rencor en su pecho- menciona.
- No te preocupes, Karina. No le guardo rencor pero debe asumir las consecuencias- ella siente con tristeza.
- ¿Podemos entrar?- menciona Anton