Capítulo 34. Felicidad desvergonzada

Dragos se echó a reír.

La gutural risa de Dragos le da ánimo a Sophia, sabe que él aún tiene barreras y ella quiere derribarlas, verlo por completo a sus pies, no para burlarse, sino para sentirse que no es la única desquiciada, sigue siendo insegura y estar segura de Dragos es su nueva obsesión.

—Mámamela Sophia —le ordenó con brusquedad.

—Pídemelo por favor —inquirió ella mientras apretaba la extensión de su falo en donde el borde de la cabeza se une, él gimió y mordió sus labios dejando visibles sus agudos colmillos y Sophia resiste las ganas de apretar las piernas para darse placer de lo excitada que está.

— ¿Quieres jugar, pequeñita?

—Fuiste tú quién dictó las reglas —contestó ella con las cejas alzadas.

Dragos sonrió de lado.

—Tienes razón, pero después serás tú quien ruegues.

Sophia se levantó rozando su cuerpo por el de él, y susurró contra sus labios.

—Cariño, cuando estés en mi boca el placer que sentirás te hará olvidar las millones de mujeres qu
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