Capítulo 95
Ese día, le envié un mensaje a Oscar, diciéndole que se preparara para representarme en el juicio, o tal vez en más de uno.

Pero Oscar estaba muy ocupado y no respondió a mi mensaje de WhatsApp. Era una persona muy reservada y callada, y nuestra comunicación era mínima. Pero lo entendía, él era un abogado muy solicitado y no manejaba personalmente asuntos menores. Lya, su asistente, manejaba la mayoría de las comunicaciones conmigo.

La Colina Clara está a unos ciento cincuenta kilómetros de la Ciudad de México.

Hugo condujo él mismo, en el BMW Serie 7 importado que le regalé.

Estaba de buen humor y puso la canción «No puedo vivir sin ti» de Coque Malla durante todo el camino.

Cerca de la entrada de La Colina Clara, Hugo me preguntó.

—Sofía, ¿recuerdas esta canción?

—Sí, la recuerdo. —Sonreí y respondí—. Fue en nuestra primera Navidad juntos que aprendiste a cantarla para mí.

Hugo sonrió, con un aire de melancolía, y dijo.

—Sofía, ¿no sería maravilloso si pudiéramos regresar al pasado?

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