Sus ojos se agrandaron, su rostro se transformó en una máscara de rabia descontrolada, y el odio emanaba de su pecho como un torrente.
—¡Sofía, si tanto quieres morir, entonces te mataré!
El terror y la ira en su voz me hicieron temblar.
Agarró mi cabello con fuerza y me arrastró hacia el borde de la piscina.
En ese momento, sentí como si me arrancara el cuero cabelludo; el dolor era insoportable, se extendía por todo mi cuerpo.
Pero apreté los dientes, decidida a no gritar, a no mostrar debilidad.
Cuando llegamos al borde de la piscina, me soltó de golpe. Mi cabeza golpeó contra los azulejos del borde, un dolor sordo se extendió desde el cráneo, y mis ojos se entrecerraron. La cara distorsionada de Hugo se volvió borrosa, sombras superpuestas que se movían ante mis ojos.
Se agachó y me agarró del cabello una vez más.
—Si quieres matarme, entonces morirás conmigo —dijo con voz fría y resuelta.
En el siguiente instante, Hugo empujó mi cabeza bajo el agua de la piscina.
No tenía fuerzas