Después de confesar que había amenazado con matarme, a Tarren se le oscureció la mirada y pareció decepcionado y a la vez furioso. Creí que lastimaría a Makya por mi culpa.
Pero se contuvo y solo miró a Noel.
—Apártala de mi vista. No quiero verla por ahora...
Makya lo miró con arrepentimiento, mientras Noel se acercaba a ella y la tomaba del brazo, dispuesto a sacarla.
—Tarren, lo siento, es que yo...
—Sabes bien que amenazar su vida, es poner el riesgo la mía. Y, aun así, tú lo haces. Vete por ahora, Makya.
Ella apretó los labios y sus ojos brillaron en lágrimas. Miró a su Alfa, dolida.
—¿Por qué haces esto? Sé que no somos iguales, pero he dedicado toda mi vida a la manada, y no solo a ella.
Tarren tensó la mandíbula, sosteniéndole la mirada con rostro implacable.
—Hablaremos luego. No digas más.
A ella se le escapó una lágrima.
—Tarren, te conozco desde niña, he crecido en la manada, a tu lado, admirándote todo el tiempo. Sabes que daría mi vida entera para proteger la