Sentí sus labios explorar mi sexo, lamiendo mi piel y succionando mi clítoris. Jadeé con las mejillas sonrojadas, arqueando la espalda y respirando con rapidez. Apreté su rostro entre mis muslos.
Con Tarren, a pesar de todo, me sentía plena, más de lo que nunca me sentí con Zaid. Más de lo que nunca me sentí con nadie.
—¡Dios...! —gemí, tirando de su cabello y cerrando los ojos.
El placer comenzaba a hacer estragos en mi interior, a remover todo, sensaciones y emociones, miedos y deseos. Quería más de eso, que nunca acabará.
—¿Te gusta? —me preguntó, lamiendo mi sexo, pasándome la lengua con tormentosa lentitud.
Apreté los dientes, tensando las piernas. Mi corazón latía deprisa, a la par del suyo.
—Aunque seamos tan distintos, a los dos nos gusta coger juntos, Cyra.
Chupó mi clítoris con fuerza, torturándome bajo una ola de arrebatador placer. Sin pensarlo, abrí los ojos y lo miré. Entre mis muslos, ese hombre apuesto me sonrió con sorna, tentándome.
—¿O miento? —avent